Estaba
escuchando un debate acerca del alto el fuego ordenado por Putín en Ucrania, como respuesta, al parecer, a la petición del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa (kirill) para que las tropas rusas pudieran asistir a los oficios religiosos. En Rusia hay un 72% de cristianos ortodoxos, 10% musulmanes*, 9% agnósticos, 6% ateos, 3 % otras religiones.
Uno de los tertulianos sostenía que era un alto el fuego dudoso dado que Putín es de poco fiar y ya es un experto en incumplir sus compromisos. El otro, argumentaba que era una papeleta para Zelensky y que éste debería negarse a realizar ningún tipo de pacto hasta que los rusos no abandonasen los territorios ocupados.
Y se acabó el debate sin que nadie hablara de la ROC, siglas en inglés de la iglesia ortodoxa rusa, ¿o deberíamos decir Ucraniana?. Porque El cristianismo penetró en la Rus de Kiev, en el siglo I, siendo San Andrés el primer evangelizador del país recorriendo la región situada al norte del mar Negro, llegando hasta el río Dniéper, lugar donde se encuentra la ciudad de Kiev, la actual capital de Ucrania.
Tras idas y venidas en la contracción / expansión del cristianismo en la zona, fue en el año 988 cuando se adoptó oficialmente la confesión religiosa del Imperio bizantino como religión estatal para el reino de Rus de Kiev.
La Iglesia ortodoxa rusa en sus inicios era una metrópolis del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, pero en 1448, el obispo Jonás de Moscú fue instalado como Metropolita de Kiev y toda Rusia sin el consentimiento del Patriarca de Constantinopla, lo cual supuso la autoproclamación de la autocefalía.
Y….. vaya, igual que ahora Putin con sus tropas, en 1686, la Iglesia ortodoxa rusa anexionó la Iglesia ortodoxa ucraniana eludiendo las normas canónicas vinculantes, según el actual Patriarca de Constantinopla. Parece que a los pobres Ucranianos, los rusos le han dado en lo económico, lo social, lo militar y también en lo espiritual.
Muchas han sido las vicisitudes de la iglesia ortodoxa rusa desde la revolución bolchevique y que ahora no vienen al caso, porque me quiero detener en el hecho de que las religiones, por el hecho de existir en una sociedad, se supone que deben aportar mensajes de amor, solidaridad, respeto, fraternidad y de perdón.
Pero lejos de ello, la iglesia rusa, que no es una autoridad para la ortodoxia mundial, está actuando como brazo propagandista de la guerra, haciendo, entre otras lindezas, llamamientos al genocidio de los ucranianos, al asesinato en masa e insiste en una militarización aún mayor de la Federación Rusa.
El Papa Francisco ha hecho ya varios llamamientos a la fraternidad entre las personas de distintas religiones, culturas, tradiciones y creencias para que se vuelva a lo esencial, el amor al prójimo. Y ha hecho mucho hincapié en que las religiones no pueden renunciar a la urgente tarea de construir puentes entre los pueblos y las culturas.
También ha hecho muchos esfuerzos con la Iglesia Ortodoxa Rusa, la última el pasado mes de septiembre en la reunión con otros importantes líderes religiosos del mundo, entre ellos con un representante del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa de Moscú (el Metropolitano Antonij de Volokolamsk) y con el Gran Imán de Al-Azhar, Al-Tayyeb.
Al parecer, los 15 minutos de reunión con la representación rusa no dio para mucho más que para algún cruce de palabras de pura cortesía, sin ocultar el escozor de la videoconferencia que, sobre la guerra de Ucrania, mantuvieron en marzo el Papa Francisco con el Patriarca kirill, de 40 minutos de duración en la que, en los primeros 20 minutos el Patriarca le relató todas las justificaciones de la guerra, a lo que el Santo Padre le dijo “de esto no entiendo nada. Hermano, no somos clérigos del Estado, no podemos usar el lenguaje de la política, sino el de Jesús. Somos pastores del mismo pueblo santo de Dios, por eso hay que buscar caminos de paz y dejar de disparar las armas”
Y, además, después lo remató, porque el Papa, en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera (digna de un artículo de políticamente incorrecto), lo llamó “monaguillo de Putin”. Cada día me cae mejor este hombre.
Hago mías las palabras del Papa Francisco que afirmó ante otros líderes religiosos: «Dios nunca conduce a la guerra«, y creo que debería, además, pasar a la acción enviando a Rusia algunos millones de ejemplares de su carta encíclica FRATELLI TUTTI.
Ya cuesta entender las acciones de Putin, pero al fin y al cabo no deja de ser un hombre de mente retorcida en sus largos servicios en la KGB y de gobierno en un país tan singular y corrupto, pero es inadmisible que encima reciba el apoyo del representante de una iglesia.
Poco me parece Don Jorge Bergoglio.
José García Cortés
6-1-23
Gracias trabajador hunter por tu trabajo sobre la iglesia ortodoxa . Muy erudito y todo lo demás.
Feliz año,
__________________________________ Jose Corral Lope http://www.supervivenciayaltruismo.org
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