En el otoño de 2019 apareció un problema de salud en una ciudad de China que, a todos nosotros, nos parecía remota, desconocida y, porque no reconocerlo, bastante ajena a nuestra vida cotidiana.
El 26 de febrero de 2020 apareció en la prensa la noticia sobre esto y lo reproduzco (el País):
Por primera vez desde que comenzó la crisis del coronavirus, el Ministerio de Sanidad ha recomendado restringir los viajes. El responsable de la cartera, Salvador Illa, ha aconsejado que «si no es estrictamente necesario, los españoles no vayan a cuatro regiones italianas —Lombardía, Piamonte, Emilia-Romaña y Véneto—, Japón, Irán, Corea del Sur, Singapur y China. «No hay prohibición, pero a una zona de riesgo, si no es imprescindible no vaya.
No era la primera vez que sabíamos de algo así. Nos enteramos de una enfermedad respiratoria grave. Les reproduzco unas líneas de medline, en las que se informa de lo ocurrido en 2003.
El síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) es una forma grave de neumonía. La infección con el virus del SARS provoca una molestia respiratoria aguda (dificultad respiratoria intensa), y algunas veces la muerte..
El SARS es causado por el coronavirus asociado con el SARS (SARS-CoV). Es de la familia de coronavirus (la misma familia que puede causar el resfriado común). Una epidemia de SARS empezó en 2003 cuando el virus se propagó de pequeños mamíferos a personas en China. Este brote alcanzó rápidamente proporciones globales, pero se contuvo en 2003. No se han reportado nuevos casos de SARS desde 2004.
Era algo, en cierto modo, conocido. Este puede ser uno de los motivos que llevo a una conjetura de las posibles: era, una vez mas, otro episodio parecido a una gripe grave, con algunas complicaciones, como la neumonía, en un numero limitado de personas.
Yo mismo cogía un avión el 3 de marzo de 2020. Recuerdo comentar con otras personas lo mal que estaba Italia y mi convicción de la inminente llegada a España. En aquel momento, China tenia confinada un área geográfica que albergaba mas de 45.000.000 de habitantes.
Hoy, año y medio después, leo que el agente infeccioso inicial tiene una variante llamada Delta, y que todas las noticias y comentarios se centran en ese problema. Incidencia por Delta, contagios por Delta…Las predicciones que oímos son esperanzadoras, considerando que la población esta recibiendo vacunas contra la enfermedad. Naturalmente, nos surge una duda: no habrán aparecido otras variantes?
Leyendo la literatura científica, vemos que así es. Ahora la OMS y las agencias responsables de la lucha contra pandemias en Europa, Estados Unidos, Japón, China, entres otros, tienen bajo la lupa tres nuevos “ejemplares”:
Delta Plus. India. Junio. Presente en 32 países.
Lambda. Perú. Diciembre. Posiblemente en recesión.
B.1.621. Colombia. Enero. Tiene mutaciones relevantes que hacen que sean muy transmisible. Presente en 37 países.
Todo esto de las variantes nos lleva a conclusiones como las siguientes:
– las vacunas actuales ayudan a que la enfermedad no sea severa, pero no previenen infectarse
– El virus puede mantenerse en nariz boca y vías aéreas, incluso en personas vacunadas, que pueden ser contagiosas.
– Serán necesarias nuevas generaciones de vacunas para detener la transmisión.
– La situación no es estable, mientras existan millones de personas sin vacunar. Este es el motivo por el que la OMS pedía extender vacunas en países en que, hasta ahora, solo hay del 2 al 10% de la población con inmunización.
Es evidente que el problema es muy importante y no voy a entrar en valorar hasta donde nos ha llevado y…nos puede llevar. De nuevo, las predicciones. Con toda la experiencia vivida, pensando en como enfocamos en los países desarrollados este asunto, esta claro que a nivel social no somos conscientes de lo grave que es esto.
Como ciudadanos, seguimos ansiando la vida pasada…sin darnos cuenta que no volverá en un tiempo. Incluso necesitamos los festejos multitudinarios, y los hacemos. Psicológica y económicamente, el “sistema” no da mas de si y amenaza con el colapso.
Los gobernantes y lideres en los países occidentales no son ágiles en adoptar medidas. ¿Por qué ocurre nuevamente lo que pasó en el invierno de 2019-2020? A estas alturas, con mas de 100.000 muertos – reales – en España, y mas de 4.000.000 en el mundo, no parece fácil entender lo que esta ocurriendo.
A mi entender, las decisiones dan prioridad a reparar el daño económico, poniendo claro esta las medidas sanitarias en un nivel de alta prioridad, pero detrás de las contramedidas económicas y financieras. Voy a dar un ejemplo. Escribo estas líneas en Canarias. En abril de este año 2021, Canarias era una zona geográfica con una de las incidencias mas bajas de Europa. Los expertos de nuestro país, y también los de Canarias (el Gobierno Autonómico así lo hizo) propusieron solicitar a los visitantes del extranjero una acreditación sobre Covid 19 que permitiera combatir un aumento de la incidencia por este motivo. La respuesta del Gobierno fue no permitir esa medida.
Hoy, Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife están en nivel máximo de alerta y la incidencia se disparó en los meses de mayo, junio y julio.
Por otra parte, da la impresión de existir una cierta anestesia social. Y es comprensible. Aunque parezca demoledor, hay que reconocer que no somos capaces de asumir la envergadura de la crisis. Le ocurre a la sociedad, al colectivo, lo mismo que a una persona que, por una catástrofe en su vida, no es capaz de ver lo que ocurre en toda su dimensión. El mecanismo mental se cierra para protegerse ante lo demoledor del daño, ante la envergadura de lo que ocurre. La evidencia es inasumible.
Eso lo saben quienes informan. Llegados a este punto, podemos entender que se combinan dos factores: conjetura fallida sobre la predicción y gestión de la información para evitar la ruptura de la estabilidad social y el pánico. A esto le debemos sumar que ningún país estaba preparado para el impacto de una agresión como esta. Ni siquiera las leyes fundamentales, constitucionales, contemplaban este nuevo escenario.
Es evidente que vivimos una época de incertidumbre y confusión jurídica. Vemos decisiones de órganos judiciales basadas en la legislación vigente que contradicen las decisiones de las consejerías de salud. ¿Cómo salvaguardar las libertades individuales cuando las decisiones a tomar las cuestionan? Existen personas que están convencidas de que su libertad está…por encima del bien común. Y esas personas niegan la vacuna y llenan las UVIs. Su argumento también se apoya en la maraña legal que regula las situaciones de catástrofe.
Naturalmente. ¿Desde cuándo quienes dictan normas que afectan a los colectivos, a la sociedad en sus derechos, provienen de las administraciones sanitarias? Los Tribunales Superiores de Justicia que contravienen en sus dictámenes las indicaciones de Salud Publica y lo ponen así de manifiesto: nuestras leyes no están preparadas para una catástrofe sanitaria con repercusiones a múltiples niveles.
Antes de escribir algunas ideas, es tremendamente desolador observar lo que dicen y qué les preocupa a quienes nos gobiernan y los señores de la Oposición. No me corresponde juzgar o siquiera calificar a ninguno de ellos. Pero si quiero dejar constancia de mi sentimiento. Profunda tristeza por el nivel que esta demostrando el colectivo de nuestros lideres políticos. Decir también que, dentro de esta gran crisis de salud, de colapso económico y de futuro tan incierto, no puede entenderse que la actividad del Senado y del Congreso de los Diputados sea mínima y que muchos…estén ¡de vacaciones!. Da una impresión lamentable. Como entender entonces que medidas toma al Gobierno (son las Comunidades Autónomas quienes legislan), donde no parece funcionar un Comité de Crisis (quizá existe y no lo sabemos) o sea la Oposición, de la que no es necesario emitir calificativos sobre su sensibilidad e inquietud por lo que esta ocurriendo en nuestra sociedad. El Consejo Interterritorial de Sanidad no parece ser ese Comité de Crisis.
Reconocer el problema y su dimensión es el primer paso para tomar decisiones y hacer propuestas:
1.- Es necesario que se elabore una nueva Ley que reemplace la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio.
2.- Necesitamos información veraz y profesionalmente diseñada para la situación de catástrofe sanitaria en que nos encontramos, que se mantiene y podría empeorar. No se trata de que disminuyen los fallecimientos. Tenemos que darnos cuenta del hecho de siguen ocurriendo esas muertes, que se suman claro esta a las que ocurren por otras causas. Aun entendiendo que debe evitarse la alarma social, lo que ocurre puede describirse como una anestesia de las consciencias de muchas personas.
3.- Sean cuales fueren las decisiones que deben adoptarse desde los gobiernos, deben venir de los expertos y tener base científica. No podemos permitirnos el lujo de que sean decisiones políticas.
4.- Tenemos que darnos cuenta de que, seamos o no guiados por gobiernos competentes, tenemos ante nosotros un fenómeno nuevo. Ha aparecido un germen que vive en este planeta, resistente, ajeno a nuestras discusiones sobre los derechos civiles, individuales, legislación…y que sigue su curso.
5.- No podemos mantener las mismas reglas que rigen la economía en el mundo. Es necesario cambiarlas y preparar nuestra sociedad para un nuevo escenario.
6.- No podemos mantener un sistema electoral y representativo en el que ninguno de quinees hemos votado ha demostrado estar a la altura: ni en los tiempos de bonanza ni, es desolador decirlo, tampoco cuando existe una catástrofe que nos destroza sanitaria y económicamente.
Lector, cuando leas esto, por favor, piensa en que es imprescindible mantener el tejido social y la estabilidad económica de nuestra sociedad, de nuestro país y, para eso, mantener el sistema actual es simplemente, autodestructivo.
Raúl Ramos de la Plaza
17-8-21