Es decir, confusión total. La RAE lo define como revoltijo (conjunto de cosas sin orden).
Es lo que me sale cuando pienso en Cataluña, antes y después de las elecciones, y también de la situación general en el resto de España.
Cataluña se impuso como Comunidad donde más partidos se presentan a las elecciones generales, a los de ámbito estatal se le suman todos aquellos partidos nacionalistas o independentistas que sólo concurren en las circunscripciones catalanas, aunque no todos tengan relevancia política.
Hay mucho votante muy convencido e ideologizado que apoyan siempre su opción política «aunque pierda una y otra vez» y con ello ayude al desgobierno.
La verdad es que el panorama que hemos tenido ha sido propio de una charlotada del “Bombero Torero”:
- Candidatos huidos de la justicia.
- Candidatos encarcelados (ahora en libertad… de esa manera para que pudieran hacer campaña).
- Candidatas que utilizan las elecciones más como un ardid para evitar ser juzgada si consigue un escaño.
- El condenado por terrorismo, Arnaldo Otegui, haciendo campaña y diciendo que en Cataluña se está demostrando una gran lección.
- El candidato Illa, agradeciendo la gestión de Iván Redondo, en una descarada mezcolanza de recursos del Gobierno con intereses autonómicos.
Las ideologías están muy bien y son necesarias para la convivencia, pero otra cosa es la gobernanza, y lo único cierto es que en territorio catalán, entre otros muchos obstáculos para una cívica convivencia en su territorio, y sin hablar de los temas sanitarios, nos encontramos con lindezas como:
- Más de 5.500 empresas se han ido de Cataluña desde finales de 2017.
- Tienen un 14% de paro
- Deben al Estado más de 62.000 millones de euros… y creciendo.
- La deuda catalana es la única que las agencias califican como «bono basura»
- Hasta el F.C. Barcelona, eso que dicen “mes que un club” es una puñetera ruina económica.
Y ahora resulta que tenemos más de lo mismo y esto ya no lo digo solo por Cataluña.
Resulta que en territorio catalán, un 27,6% de los votos respecto al total del electorado catalán, no solo va a volver a condicionar la gobernabilidad de su territorio, sino que estarán en condiciones de exigir aún más a Pedro Sánchez, es decir, del resto del territorio español, suponiendo apenas el 3% respecto a España, para que éste pueda seguir durmiendo en su colchón de la Moncloa.
Y aunque hay algunos que consideran que no se pueden extrapolar los resultados catalanes al resto de España, yo pienso que es todo lo contrario, siendo las elecciones que acabamos de vivir un punto de confirmación a algo que ya empieza a resultar palmario, que es que en el Totum Revolutum, los únicos que ganan son los descarados, sinvergüenzas y delincuentes.
Los electores catalanes constitucionalistas se han quedado en casa provocando un escandaloso nivel de abstención que solo beneficia a los extremos, luego nos quejamos de que les tienen abandonados a su suerte, y digo esto con sentimiento y por mucha justificación que pueda tener su desencanto, pero no hay que olvidar que la papeleta es la única arma que podemos utilizar los ciudadanos.
Y de la otra parte tenemos a nuestros queridos partidos de centro derecha, que, una vez más, han continuado en su fragmentación. No nos soluciona nada que se envuelvan en banderas patrias y proclamen soflamas contra los independentistas si van cada uno a lo suyo, ya que, en el fondo, hacen lo mismo que todos estos que hoy nos desgobiernan, que solo gestionan su propio interés.
Ya vimos el resultado en las últimas elecciones generales cuando no se pusieron de acuerdo para cubrir las circunscripciones en las que no podían obtener representación, ya hemos visto los resultados en las elecciones vascas y gallegas. Ahora la catalana.
Cuando leo los currículos de la Sra. Arrimada, del Sr. Casado y del Sr. Abascal me dan la sensación de que son personas inteligentes, pero desde luego están demostrando no ser nada listos, y su egoísmo, hoy forma más parte del problema que de la solución.
Hace mucho tiempo me contaron un refrán: “hay que cazar al indio con sus flechas”, en el sentido de que hay que utilizar muchas veces las armas de tus enemigos si quieres ser eficaz.
Si no movilizamos el electorado, si la sociedad civil no es cada vez más contestataria y si los partidos constitucionalistas no acuerdan estrategias, seguiremos perpetuando el gobierno de estos delincuentes para desdicha de todos. Y mientras, Pedro Sánchez y la peor generación de políticos que nos han tocado vivir, nos hacen palmas con las orejas mientras bendicen el Totum Revolutum.
José García Cortés
19-2-21