TE VOY A CONTAR UN SECRETO

Qué suerte que vivo en España y gozo de un alto respeto por mi privacidad. Yo que soy persona discreta que me gusta en general pasar por la vida sin levantar polvo.

Qué suerte gozar de un secreto bancario, obligación impuesta a los bancos de no revelar a terceros, sin causa justificada los datos referentes a sus clientes que llegan a su conocimiento como consecuencia de las relaciones que lo vinculan.

Qué suerte contar con el secreto profesional, que obliga a los profesionales a no revelar la información que han recibido sobre mis bienes, cuentas o cualquier otro dato que les haya tenido que revelar.

Qué suerte contar en nuestro país una LOPD que me reconoce un derecho fundamental que se traduce en la potestad de control sobre el uso que se hace de mis datos personales.

Qué suerte disponer, para las conductas punibles relativas a un delito de revelación de secretos, de un Código Penal, que nos protege.

Qué suerte disponer de un “secreto tributario” que protege y reserva de la información obtenida por la Administración tributaria frente a su revelación a terceros y uso desviado de la misma.

Qué suerte disponer de todo esto.

Por eso “Flipo en colores”, dicho en manera coloquial, cuando pongo la televisión y veo que han montado toda una tertulia comentando que el Rey Emérito ha pagado a Hacienda 678.393 euros (no dicen nada de los céntimos) para regularizar su situación fiscal, y que la inspección tributaria está revisando al detalle…. tal cuestión y que el siguiente paso de dicha inspección es… tal otra.

Y no traigo el caso a colación porque el tema afecte a nuestro Rey Emérito, la misma sensación me produce cuando se “filtran” sentencias antes de que sean públicas o se revelan datos sobre la situación médica o familiar de las personas, aunque éstas sean “públicas”, por mal que me suene siempre eso.

Soy consciente de que el derecho a la intimidad, como cualquier otro, no es en modo alguno absoluto, pero desde luego, considero cuestionable que se pueda revelar ciertos datos amparados en el derecho de acceso a la información cuando ésta se obtiene incumpliendo el deber de secreto de funcionarios que, sin ser los dueños, tienen acceso a toda suerte de información privada de las personas.

Pero parece la permisividad en eso del “filtraje” de la información tiene bastante que ver con los intereses de los que están en posiciones de poder, y está siendo hábilmente utilizada por los miembros del actual Gobierno.

Pero seguro de que estas cosas pasan sin querer, y estoy convencido de que lo que realmente desean, es cumplir al máximo con la La Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, pero es que algunas veces se lían un poco.  Pobrecitos, con tanto trabajo…….

José García Cortés

      10-12-20

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