Confieso que siempre he sentido admiración por los periodistas, tanto los que cuentan las noticias por medio escrito como a través de las imágenes. Yo creo que son gente de una “pasta especial” y a todos los que conozco les caracteriza el amor por su profesión y una “búsqueda incansable” (de la noticia, de la imagen, del momento..), en muchos casos, en condiciones precarias.
Gracias al trabajo, al tesón y a veces, la vida, de los periodistas, hemos tenido cumplida información de terremotos, erupciones, tifones, incendios, emergencias sanitarias, atentados y guerras en cualquier rincón del mundo.
No voy a negar que existe una responsabilidad por parte de los Gobiernos de compatibilizar la libertad de expresión con los intereses nacionales cuando pueda haber riesgos de alarmas u otros peligros que han de mitigar.
Pero no se muy bien dónde está el límite. Tengo que confesar que me encuentro perplejo y disgustado, ya que estamos acostumbrados a tener profusa documentación e imágenes (muchas muy duras) de los diferentes desastres naturales, conflictos bélicos, de actos terroristas y las calamidades humanas que generan.
Y sin embargo, en esta ruina nacional que estamos viviendo, no doy crédito a que llevando una cifra oficial de 26.744 fallecidos (a 10 de mayo 2020), tengamos tan poca información e imágenes sobre nuestra tragedia. Porque supongo que tal número de muertos es una enorme tragedia, ¿no?.
Tampoco lo de los “otros muertos”, los que NO tenían la confirmación del Covid 19. Me da igual si se incluyen en las listas a los efectos de la pandemia o no, pero son ciudadanos que han fallecido y que se tienen en la más absoluta de las ignorancias (a ellos y a sus familiares). Es increíble, pero no sabemos ni el número ni se les ha manifestado la más mínima condolencia.
Tampoco se habla de las largas colas de personas que buscan alimentos que se ven en Caritas y otras instituciones benéficas, ni de lo apretado que empiezan a estar miles de autónomos a los que se les están acabando las reservas. Supongo que esto forma parte también de nuestra situación.
Por el contrario, mayoritariamente veo en los diferentes medios, programas de risa y divertimento, las fiestas que se hacen en los balcones, lo mucho que cantan y lo bien que se lo pasa la gente en el confinamiento. Es decir, una imagen lúdico/festiva que yo creo que no se corresponde con el sentir general de los ciudadanos.
No se informa, o se informa poco:
- Sobre las reclamaciones de los sanitarios
- De las caceroladas/protestas de muchos ciudadanos
- En el portal de transparencia
- Sobre la composición los expertos que nos están aconsejando
- Acerca de las medidas que se están tomando (si hay alguna) sobre las personas en residencias de ancianos.
- Sobre los test masivos a la población
- El estado de las compras para las dotaciones sanitarias
- ……..
La situación actual (y parece que no ha hecho más que empezar) se me antoja muy parecida a la época que vivimos del franquismo en cuanto al grado de censura que se está ejerciendo. En ocasiones abiertamente como las declaraciones de Alfonso Gómez de Celis (Vicepresidente primero del Congreso de los Diputados) ha solicitado «DESECHAR» a quienes denuncian los errores del Gobierno en la gestión de la crisis del coronavirus.
A lo mejor, a este Gobierno que tanto le gusta y utiliza tanto de los términos bélicos, se le puede ocurrir que las mejores personas para informar sobre nuestra situación sean los corresponsales de guerra, personas que, por cierto, ponen de manifiesto tantas veces su sensibilidad y empatía ante el sufrimiento humano.
Sí, quizás los corresponsales de guerra, que nos cuentan las noticias desde lugares remotos, pudieran conseguir una sociedad más informada. Aquí, en el suelo que pisamos.

Si algo no se cuenta, no existe. Y si no existe, no se puede solucionar. Si se consigue que dejen de ser molestos los periodistas (y se encuentra en un estado muy avanzado), conseguiremos una sociedad anestesiada que no sabe lo que está pasando y por tanto no reacciona.
Como ha manifestado tan rotundamente la veterana periodista Rosa María Artal, el drama y principal problema del periodismo actual es la falta de independencia de los profesionales, motivo por el cual su credibilidad está muy resentida. Y no me estoy refiriendo a los individuos, que hacen de la desgracia su medio de vida y a los que se les conoce como “tertulianos” de profesión, sino a los de verdad, al periodismo independiente.
Nuestro país ha tenido y tiene grandes periodistas de todo tipo y muchos corresponsales, veteranos y jóvenes, que arriesgan o incluso pierden su vida por la libertad informativa.
Ardo en deseo que dejen de balar los corderos y rujan los leones.
José García Cortés
11-5-20
¡No paras! Buenos días.
__________________________________ José Corral Lope http://www.supervivenciayaltruismo.com http://www.survivalandaltruism.org
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Donde están esos funcionarios del CNI Y CSI que están siendo utilizados para depurar las redes sociales. Que bien lo manejan.
Enviado desde mi iPad
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En el periodismo, como en cualquier actividad, es necesario el conocimiento. No parece ser muy extendido
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