
Un querido amigo, hombre culto de verdad y preocupado por el bien social, me habló hace unos días sobre la posibilidad de organizar una serie de encuentros para hablar sobre el cambio de clima, a lo cual accedí de forma gustosa y me comprometí a aportar algo al respecto desde mi humilde posición.
La verdad es que con el cambio de clima me ocurre algo parecido a lo de la digitalización. Horas de charlas, ríos de tinta, pero todavía no me he encontrado a nadie que me defina “exactamente” qué es la digitalización y, sobre todo, en qué cosas se concreta.
No puedo decir que crea que mucha gente habla y no se hace nada, no. Creo que se están haciendo cosas, especialmente en lo que podríamos llamar “generación de un estado de opinión” aunque es como hablar en prosa sin saberlo, es decir, estamos haciendo y vamos caminando, pero sin un plan concreto.
Soy consciente que no es lo mismo reflexionar sobre el cambio climático según si lo que te ha tocado en suerte es vivir en una de las zonas desarrolladas del mundo que si te ha tocado vivir de una forma miserable en una aldea perdida o en un suburbio de una gran ciudad. En este segundo caso, mi única preocupación sería la de sobrevivir y no la del cambio climático.
A pesar de ello, quien pueda pensar y hacer cosas debe hacerlo, en clave de supervivencia, como dice mi amigo y maestro, Pepe Corral (en su librito Supervivir amando) o (en su web http://www.supervivenciayaltruismo.com). Y como país desarrollado que somos, debemos hacerlo cada uno desde su nivel. Por tanto esta es una de las obligaciones que tenemos y que debemos asumir, siempre que lo hagamos con inteligencia y eficacia.
Personalmente encuentro estéril el debate entre los defensores del cambio climático y los negacionistas del mismo, que atribuyen a causas espontáneas el calentamiento y argumentando que ha sucedido varias veces a lo largo de la historia de la humanidad. Seguramente ninguno de los que defendemos una postura u otra tengamos razón del todo.
Lo que si alcanzo a ver con claridad es el “maltrato” generalizado que estamos dando a nuestros medios naturales, y esto es algo en lo que creo que podríamos estar de acuerdo casi todo el mundo:

Hay demasiados vertidos al mar, hay demasiados residuos, mucha contaminación en las ciudades, desertificación, tala indiscriminada de árboles, emisiones de gases a la atmósfera, consumos de agua irracionales……. Y, todo esto con una población que no deja de crecer, por un lado, y de envejecer por otro, lo cual hace que el problema se desarrolle de forma exponencial.
Insisto, no se si las causas obedecen a problemas naturales o industriales, pero lo que está claro es que algo está sucediendo a nivel más o menos planetario:
- Temperaturas más cálidas, y eso afecta a multitud de cosas, la agricultura que tiene que dar de comer a la población y afecta al uso del agua, la reducción de los glaciares y el incremento del nivel del mar
- Tormentas más intensas, que destruyen zonas agrícolas, otras de interés ecológico e inundan las ciudades matando a personas, no solo por el incremento de la población que propicia una propagación más rápida, sino como consecuencia de las anteriores.
- Huracanes más peligrosos, en muchos casos (al menos en los últimos), más intensos y menos precedibles, a pesar de la mejora en los sistemas de predicción.
- Cambio de los ecosistemas y desaparición de especies animales, o bien como consecuencia directa de cambios naturales en las temperaturas del agua, régimen de lluvias, sequías, etc., o bien sea por la actuación del hombre como consecuencia de sobreexplotaciones o contaminación.
Tanto fuera como dentro de España escucho las cada vez más ásperas discusiones sobre el medio ambiente, tanto que parece que estemos defendiendo causas diferentes, pero no nos damos cuenta de que la tierra, el agua, los animales y el medio ambiente en general, son elementos comunes que necesitamos para nuestra propia supervivencia y no tenemos el derecho a explotarlos con impunidad ni a utilizarlos de forma sectaria o ideológica.
Y todo esto, nos afecta a todos y a todos los niveles (como casi todo en la vida en un mundo cada vez más global por más que le pese a Trump y al Sr. Puigdemón):
- A Nivel mundial, y para eso tenemos las famosas cumbres climáticas
- A nivel Nacional, en la que se supone que hay gobernantes que diseñan y ponen en marcha programas de largo plazo
- A Nivel personal, donde yo creo que aún, la mayoría, todavía tenemos que preguntarnos qué podemos/debemos hacer cada uno de nosotros.
Según la Agencia del Medio Ambiente de Europa, España es el país de la UE en el que más crecen las emisiones de efecto invernadero (en 27 años se han incrementado un 17,9% mientras que en el conjunto de Europa se reducían un 23,5%) y se suma a los otros 5 países de los 28 de la Unión Europa (Austria, Chipre, Irlanda, Malta, Portugal) que no han conseguido luchar efectivamente contra el efecto invernadero y reducirlos en estas casi tres décadas.

Teniendo en cuenta esta situación de retraso generalizado, y que somos un país semiárido, nuestro panorama es inicialmente desalentador, salvo que veamos en esto una oportunidad y volvamos a conectar con el mundo natural dejando nuestras visiones egocéntricas derivadas de nuestras explotaciones (agrícolas, ganaderas o industriales), de nuestras posiciones ideológicas o de nuestros hábitos de consumo.
Decía Einstein que es de ilusos pretender resultados diferentes haciendo las mismas cosas. En España necesitamos un cambio de actitud en todos los frentes:
- Administraciones públicas, en todos sus niveles y órganos
- Sectores productivos de nuestra sociedad
- Particulares consumidores
Y, esto, como decíamos antes, es una cuestión de supervivencia de la especie a largo plazo, y así se ha de enfocar por lo que concierne a nuestra contribución a la humanidad, pero lo estaríamos haciendo mal si nuestras medidas solo quisieran cumplir con la normativa europea sobre contaminación y no tuvieran en cuenta el punto de partida de España y nuestras singularidades, especialmente con el agua, que no tienen otros países europeos. Y eso implica, seguramente, un plan más global, más coordinado y con otro coste que hay que estar dispuesto a asumir.
Tenemos una población en continuo crecimiento, especialmente por el incremento de turismo que estamos teniendo (y dando gracias a Dios porque si no, nuestro nivel de paro estaría en la estratosfera), lo cual hace que nuestras necesidades continúen siendo crecientes y la generación de residuos y contaminación también. En definitiva, el desafío al que nos enfrentamos es titánico.
En estos momentos se encuentra en la recta final de su tramitación administrativa la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y esto es bueno porque llega en un momento en que todos nuestros políticos se han vuelto “verdes” y declaran su compromiso sin fisuras con el medio ambiente, al tiempo que muchas de nuestras empresas se encuentran comprometidas con los “modelos sostenibles”, tanto que en algunas hay ya responsables de sostenibilidad. Que todavía no se muy bien qué sostienen pero seguro que algo sí.
También me ilusionaba la supuesta la rapidez con la que se pretenden abordar estos temas, puesto que ya, la anterior ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo insistió en la necesidad de actuar “urgentemente” sobre todos los factores que afectan al aire que respiramos: emisiones industriales, calefacciones, “y, especialmente en las ciudades, sobre la ordenación del tráfico rodado. No podemos permitir ningún retroceso en este sentido porque nuestros hijos no nos lo perdonarán”.
Tengo que reconocer que en los títulos y artículos de este anteproyecto tocan los palos esenciales de los problemas el medio ambiente:

Agua y Aire, podría ser el resumen de los aspectos esenciales que se necesitan desarrollar muy a fondo en nuestro País y que serían las locomotoras del resto:
- El agua (tanto superficiales, como subterráneas y residuales) porque ya es un bien escaso (y previsiblemente lo será más en un plazo de muy pocos años) y necesita de aspectos tan contundentes como de una política de agua mucho más potente que la actual (bueno, sería más propio hablar de una verdadera política), tanto en lo relativo a su disponibilidad (trasvases, almacenamientos, desaladoras,….) como en su utilización, en la que habría que plantearse desde una nueva política de precios para el consumo humano, hasta si continúa siendo lícito que se socaven los recursos subterráneos en tierras poco fértiles como las manchegas (por ejemplo) para regar cebada con un rendimiento ridículo o, incluso, el funcionamiento de las Confederaciones Hidrográficas, en particular la del Guadiana que es la que más conozco y que tiene un funcionamiento propio del sigo XVIII.
- El aire, o más concretamente la contaminación de éste, que lleva implícito una descarbonización completa de nuestra sociedad y, por ende, la evolución de nuestro sistema energético actual y de los medios de transporte y producción actuales, y donde pueden/deben tener cabida en la producción eléctrica otras fuentes además de la eólica y solar, por ejemplo la nuclear, que ya se que es como mentar a la bicha con determinados partidos políticos (una vez más, la ideología de por medio).
Pero, además, el tema es tan transversal a toda nuestra actividad cotidiana, que para ello, o además de ello, sería necesaria la intervención del Ministerio de Agricultura, el de Consumo, Industria, Hacienda, Justicia, Transportes, Igualdad, Política Territorial, Educación, Trabajo,…, es decir, “todo quisque” y a un nivel de implicación que no basta, como indica el borrador, con anunciar que desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se establecerán los mecanismos de colaboración con otros organismos públicos.
Todo lo relacionado con el medio ambiente, igual que cualquier actividad de largo plazo, requiere de la conjugación de:
Acuerdos y compromisos (internacionales, nacionales, locales y personales).
- Presupuestos. Y eso supone concretar importantes recursos que por supuesto habrá que drenar de otros capítulos presupuestarios para proyectos que en la mayoría de los casos no son glamurosos ni brillantes para los que viven hoy de la política en nuestra piel de toro.
- Plazo. Sabiendo que esto no es “un huevo que se echa a freir”, son, en todos los casos, medidas que requieren de largos plazos, muy largo plazo. Aspecto este poco compatible con la visión cortoplacista, casi de telediario, de nuestros gobernantes actuales.
Y no discuto que yo me pueda encontrar en estos momentos condicionado por lo que está ocurriendo ya hace años en nuestro País, pero cuando me leo con cierto detalle el anteproyecto, se despiertan mis temores de que, una vez más, estamos pariendo una Ley que tropieza con tres de los males que ya son endémicos en nuestro país:
- En aspectos estructurales de largo plazo (y este es claramente uno de ellos), ya que no solo habrá que dedicar importantes recursos económicos, y de una forma muy transversal, sino que habría que asumir que casi ninguno de los que adopten las medidas hoy, estará en su poltrona cuando comiencen a verse los resultados. Y ello debería hacerse desde la responsabilidad de saber que las medidas que se adopten hoy van a afectar a posteriores generaciones. ¿puede haber algún motivo más importante para buscar el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas -que es el equivalente a buscar la representación de la mayoría de los ciudadanos-?. Creo que se continúan generando leyes con mucha carga ideológica y con unos plazos de ejecución que, por si solo, las condena al más estrepitoso de los fracasos.
- No es verdad que sean leyes nacionales, cuando no solo el diseño de los planes, sino que mucha ejecución queda en manos de las CCAA, o quizás provincias e incluso Municipios. Por ejemplo, cuando habla de que el sistema educativo español promoverá la implicación de la sociedad en las respuestas frente al cambio climático, para reforzar su conocimiento e implicaciones…, ¿a cual de los 17 sistemas educativos se refiere?. ¿con cuántos criterios autonómicos se han de realizar las obras de infraestructura que mitiguen los debordamientos de ríos? ¿apoyará Castilla La Mancha realizar esfuerzos para mitigar los problemas de contaminación del Mar Menor?, ¿seguiremos pensando en cada autonomía que los ríos son míos y desde aquí no se trasvasa ni un hectómetro cúbico?
- No hay ningún sentido de urgencia, cuando ya se ha utilizado más de un año para tener el borrador que se está tramitando, pero, además, en el que se contempla, por ejemplo:
- Para la protección de la biodiversidad, un plazo de tres años para definir una estrategia específica de conservación y restauración de ecosistemas y especies especialmente sensibles.
- Otros tres años para tener una evaluación de la representatividad a medio y largo plazo de las redes de espacios naturales protegidos y espacios de la Red Natura 2000.
Creo que nos encontramos atrapados en un sistema tal de descentralización que provoca mucha “desresponsabilización” (perdón por el palabroto) y que hacen inviable el diseño y la gestión de un plan que sea verdaderamente nacional, por lo que nos vemos, una vez más, condenados a tener, en el mejor de los casos, acciones a corto plazo que no solucionan nuestros problemas de fondo, sino es que los agravan más.
Y esto me recuerda a José Lostao, uno de los grandes conocedores del problema del agua en España, cuando hablando del problema del elemento líquido, decía que “con acciones a corto plazo, de coyuntura o de oportunidad solo iremos hacia donde nos lleve por su inercia la acumulación en el tiempo de ese tipo de acciones, pero no donde deberíamos querer ir ni, por supuesto, al ritmo deseable.”
Por tanto, y, para terminar, en la reflexión sobre la gestión del medio ambiente hago mía una de las manifestaciones de mi amigo Gonzalo Terreros cuando indica en su libro “El reto del Agua” que …. De continuar ignorando el problema con medidas cosméticas y cortoplacistas conducirá a las generaciones venideras a padecer cambios en su entorno vital de tal magnitud que puedan poner en peligro su seguridad y hasta su viabilidad. Todos los aspectos de la vida pueden resultar afectados, siendo el agua uno de los elementos que mayor impacto puede registrar

Grave irresponsabilidad por parte de nuestros gobernantes. Deberían hacérselo mirar.
Interesante reflexión con un enfoque muy practico, apolítico y que se agradece enormemente. Quizás un mayor hincapié en la educación haría que el modelo sea a medio plazo mucho menos costoso y mas eficiente. Y sobre todo, que alguien «no político» revise y vigile para que las cosas se hagan, y los «dineros» se dediquen a lo que se tienen que dedicar.
En cuanto a que es la digitalización y en que se concreta, mi querido Pepe, a tu disposición para intentar la machada de contártela y convencerte, con un menú del día del VIPS entre nosotros.
Me gustaMe gusta
Muy interesante artículo!!! Pero teniendo en cuenta además que otros 10 países concentran el 70% de las emisiones mundiales, y menos intenciones aún de solución… se le encoge a uno un poquito más el Alma….
Me gustaMe gusta