
¿Qué similitud podría existir entre la disrupción tecnológica y la personal?. Tras escuchar al visionario de Silicon Valley, Salim Ismail en la conferencia sobre las “Ciudades, el futuro de la civilización”, me atrevo a decir que total.
Utilizando su gráfico The hype cycle of Civilization para explicar la actitud de nuestra sociedad ante la disrupción de las tecnologías exponenciales actuales, éste podría asemejarse perfectamente a las fases por las que atravesaría cualquier persona en un período de reinvención profesional o personal. Lo podríamos llamar The hype cycle of Personal Disruption…
Una primera fase ascendente de generación de altas expectativas, con la obtención de un gran número de éxitos puntuales, como las startups en la tecnología, puede ser asimilable a la fase inicial de la persecución de un sueño o un importante cambio personal o profesional, asociado a veces con decisiones rupturistas.
Una segunda fase posterior de descenso, marcada por la falta de aceptación y resistencia al cambio en el mundo de las nuevas tecnologías, acompañada seguramente con fallos de implementación y ejecución (según el propio Ismail, esta sería la situación actual del Bitcoin, Blockchain y otros). De manera similar, puede aparecer una fase de desilusión o desánimo ante las primeras dificultades en el proceso de reinvención personal, dudando de nuestras capacidades y pudiendo llegar a abandonar.
Sin embargo, para Ismail el poder de estas tecnologías se presenta imparable, y entrarán en una nueva fase, ya exponencial, con entendimiento y aceptación social masiva. La clave para él estaría en aplanar la caída de la segunda fase, para lograr de forma más fácil la meta final. Y sus recetas: concentrar los esfuerzos en los núcleos más pequeños, tipo ciudades, donde existe una mayor flexibilidad y capacidad de adaptación; concienciar a los líderes e instituciones para acometer los cambios de los modelos y paradigmas actuales; y sobre todo comenzar a pensar de otra manera. Esto es fácilmente asimilable en el terreno personal: concentrarse en objetivos más pequeños, realistas y flexibles, que faciliten iniciar una curva ascendente, con el objetivo de que pueda llegar a ser exponencial. Y por supuesto ocuparse de cambiar la forma de pensar. Empezar por cambiar la forma de hablarse a uno mismo, sería sin duda un buen comienzo.

Aurora Fernández Sánchez. Asesora transformaciones culturales. Mentor/coach ejecutivo