UN CUENTO PARA MI NIETO

Al parecer no está claro cual es el origen de la frase, parece ser que tiene que tiene relación con los viajes de Marco Polo, que al volver a Italia desde China contaba historia de animales mitológicos y fábulas increíbles. Por tanto, cuando se habla de un embuste, de algo exagerado o de una mentira disfrazada, se comenzó a hablar de “cuentos chinos”.

Nieto:         Abu, cuéntame otra vez el cuento de ese señor que se fue al aeropuerto a practicar la sillita de la reina.

Abuelo:     Pero niño, ¿es que no te cansas?, deja en paz a ese pobre señor, que bastante tiene.

Nieto:         Pero, a ver, que yo me entere, ¿a qué se dedica el Sr. Lábalos ese del cuento?

Abuelo:     Bueno, ese señor es maestro, pero creo que no ejerció mucho y lleva más de treinta y cinco años dedicado a la política. Ahora es Ministro de Transporte Movilidad y Agenda Urbana.

Nieto:         Ah!, entonces contará estupendamente los cuentos, ¿no?, pero bueno, Abu, no te distraigas y empieza con el cuento.

Abuelo:     Vale, érase un señor, Lábalos, que una noche, muy de noche muy de noche, se fue en su coche privado al aeropuerto a ver a un ministro de turismo que venía de Venezuela en un vuelo privado y que al parecer, era amigo suyo

Nieto:        Jo, Abu, qué buena persona, para no hacer trabajar al chofer del coche oficial, se fue en el suyo propio, eso no se ve todos los días. ¿Oye, y porqué fue el Sr. Lábalos y no la ministra correspondiente a esas cosas del turismo?.

Abuelo:     Si, mi niño. Este señor pertenece a un grupo que mira mucho lo de los gastos para que los ciudadanos no tengamos que pagar muchos impuestos. En cuanto a lo segundo no te puedo responder, supongo que como vinieron desde tan lejos en avión, pensaron que el de Transportes y Movilidad era el más adecuado.

Nieto:       ¿Y esperó a su amigo en la terminal con un cartelito, Abu?

Abuelo:     Ni mucho menos, ni siquiera a pie de escalerilla, subió al avión, para que el sr. ministro venezolano pudiera ver cuánto es el cariño que le profesa. Lo malo fue que estando dentro de avión, descubrió que había una mujer mala allí dentro, una tal Dulce.

Nieto:       ¿Abu, y la mujer de Lábalos sabía que su marido estaba en un avión con una mujer mala venezolana?, porque se supone que las autoridades tienen conocimiento de las personas que vienen en los aviones, ¿no?, especialmente si son vuelos privados.

Abuelo:     A ver, niño, que no te estamos dando una estupenda formación pública y progresista para que tengas ese tipo de pensamientos. Resulta que por lo que sea, esta autoridad no sabía que la bruja Dulce se había introducido en ese avión y el pobre hombre se llevó un susto de muerte porque esa bruja, además de ser muy, muy mala, tenía prohibido tocar nuestro suelo y, por si fuera poco, el compi del Sr. Lábalos, ese que se dedica a las cosas de dentro, el del Interior, le dijo que se asegurara de que nuestro suelo permaneciera impoluto.

Nieto:       ¿Y porqué, porque nos podía romper el suelo?

Abuelo:     Pues porque a las personas malas no las quieren en suelo europeo. Bueno, algunos que no se dedican a sus zapatos y otros que no rezan en las iglesias sí que los quieren, pero eso es de otro cuento, yo continúo. Te decía que el sr. Lábalos solo le dijo hola, le dió un par de besos y si te he visto, no me acuerdo. Ah, también le dijo que no se le ocurriera pisar nuestro suelo que estaba recién fregado y que eso le llevó muy poco tiempo, unos 25 minutos sin un contenido concreto. Ya sabes, en ese tiempo tan corto no da para tratar nada.

Nieto:       Jolín Abu, pue ese señor tiene un rollo que se lo pisa, porque para decirlo eso no se tarda tanto.

Abuelo:     Bueno hermoso, supongo que con esas cosas del protocolo, lo de vuecencia, a sus pies, lo de que si ha tenido un vuelo agradable, qué noche tan fresquita…, se alargaría un poco, pero lo cierto es que en un par de horas, despachó a su amigo y se deshizo hábilmente de la bruja mala.

Nieto:       Claro Abu, ahora lo entiendo, como la bruja mala no podía pisar nuestro suelo, salió volando con su escoba.

Abuelo:     No fue así exactamente, porque la pista del aeropuerto para la salida de brujas malas estaba en otro sitio, entonces,  para que no pisara nuestro suelo, la llevaron en la sillita de la reina en brazos de unos policías muy amables que había allí.

Nieto:       Pero Abu, yo he oído en la radio que la bruja mala mantuvo un segundo encuentro con el Sr. Lábalos.

Abuelo:     Bueno, es que estas cosas de la diplomacia no son fáciles, igual hubo alguna otra cosilla, algún cafetito, algún secretito, pero vamos, todo perfectamente explicado a los ciudadanos y con la seguridad de haber prestado un gran servicio a nuestro país evitando que la bruja mala le hiciera ningún daño a nuestro suelo. Además, parece ser que su jefe está muy contento.

Nieto:        Abu, hoy no me está gustando nada el cuento, todo esto que me dices parece un saco de mentiras y cada vez que me lo cuentas, te despachas con una versión distinta.

Abuelo:     Mira niño, por muy listo que te creas, solo tienes diez meses y todavía no sabes ni hablar. La culpa la tienes tú por pedirme que te cuente “cuentos chinos”, mañana te suelto el de caperucita roja, como todos los niños y a correr.

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