¿DIOS EXISTE? – 2

Quisiera continuar las líneas escritas en la primera nota sobre este asunto. Es muy habitual oír debates o leer análisis filosóficos sobre la posibilidad de un “Ser Supremo”. A nivel humano, es lógico. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a utilizar nuestra persona como referencia. El ser humano se habitúa a su antropocentrismo en todo, incluyendo su mirada a la idea de Dios.  Es decir, analizamos o debatimos sobre un “Ser Supremo”, aplicando metodología mentalmente aplicable a todo lo humano. ¿Es posible que sea necesario otro camino?

Podemos admitir una hipótesis según la cual nuestra idea de la naturaleza del ser humano sea errónea.

Admitir que nuestros cimientos sobre la personalidad y psicología humana pueden cuestionarse, significa cuestionarlo todo. Sin embargo, no perdemos nada admitiendo la hipótesis de que lo que creemos ser sea producto de una construcción mental.   Admitiendo esta hipótesis de trabajo, se cuestiona todo.

¿Acaso, continuando con esa hipótesis, podríamos suponer que somos realmente otra cosa?, otra, distinta a la que nos hemos habituado a asumir. Es importante considerar que estamos analizando y exponiendo ideas sobre algo (Dios) que trasciende nuestra esfera personal y humana. Todos los argumentos pertenecen al nivel mental de exposición e ideas, con palabras. Ninguna puede citar o expresar de qué se trata. Se trata de algo indescriptible e  innombrable.

Una buena explicación o una aproximación idónea debería decir que hay que prescindir de cualquier idea, restar pensamientos hasta quedarnos con ninguno, dejando que nuestra consciencia no incluya nada.

Comprendido este planteamiento, imaginemos que nuestro concepto de Dios y de nosotros mismos, es completamente erróneo. Imaginemos que no hay “distancia” entre nuestra naturaleza como personas y la naturaleza o esencia de Dios no sean distintas. Es decir, que no hay nada ajeno a su esencia. Nada “exterior” a su Naturaleza. No seriamos, entonces, criaturas de existencia propia, limitada. Seriamos, en esencia, Aquello que es en todo.   

Comprendida esa “Unidad”, no hay ningún objetivo. A ese nivel nada que lograr. Nada que analizar. Solo darnos cuenta de que cada uno de nosotros carece de entidad individual por ser ya, realmente, lo único que es.

Apenas puedo añadir nada significativo, considerando que cualquier palabra que incluya aquí es ajena a la idea central: nuestra identidad esta unificada en la única Realidad Existente.

En este ámbito argumental, tienen sentido las expresiones de los místicos: “Vivo sin vivir en mi” y “Soy porque no Soy”: Soy el “todo” porque mi individualidad es imaginaria. No hay un yo, ni un tú, ni un nosotros. Al tiempo que somos lo que es, lo omnipresente, no vamos a ningún lugar ni tenemos objetivos que lograr. Se entiende la frase Budista “siendo nadie yendo a ninguna parte”. A nivel individual no existe una entidad real, permanente, dado que solo es Aquello que es. Eso que es ya está en todas partes, por lo que no cabe el concepto de trasladarse en el espacio.

A este nivel, todas las cosas son aparentes, siendo su esencia la Única Existente: la Luna, el Sol, los planetas, son de la misma Esencia que todo lo Llena. Son hermanos, empleando una expresión mística.

Quiero incluir aquí la mención de un místico sufí, de origen murciano, cuya obra conocí en 2007: Ibn Arabí (1165-1240). En su obra “El libro de la extinción en la contemplación” se exponen conceptos interesantes. La extinción consiste en comprender que la individualidad es solo aparente, “viendo” que la propia naturaleza de uno mismo no es tal sino aquella que es en “todo”. Reproduzco algunos párrafos:

Nadie ha escapado de la condición del ittihad (unidad), incluso verdadero gnósticos que aun conociendo la verdadera realidad de las cosas, han hablado de esa “unidad”: unos lo han hecho por mandato divino; otros lo han hecho como consecuencia del movimiento espiritual (watt) y el estado iniciático (Hal), y otros sin saber lo que hacían. Por otra parte, las gentes de la “opinión racional” han declarado que la “unidad” es imposible, ya que para ellos esto significa que dos esencias se convierten en una sola, lo que evidentemente es imposible. Pero nosotros y los que se nos parecen (los gnósticos) no vemos más que una única esencia, no dos. La divergencia viene, pues, como consecuencia de las “relaciones conceptuales “ (nisab) y de los aspectos especulativos (wujuh), mientras que la Entidad Esencial(al-`ayn) es única en todo el dominio del Ser. Las nisab están desprovistas de realidad sustancial….”

San Juan de la Cruz afirmaba que “Dios es Todo y las criaturas nada”. Propone abrirse totalmente a esa realidad, mediante la suma contemplación, para él, la suma contemplación de la belleza del creador, que es hermoso por ser uno.

Es importante considerar que la contemplación es el paso previo a la comprensión y extinción de la individualidad. San Juan de la Cruz afirma que la realidad no se “puede atrapar ni contener”. Cabe añadir, con humildad obligada, que solo cabe comprender y entender la “Unidad en el Ser”.

Donde queda, dicho todo esto, ¿la idea de Dios? Será aquella idea que queramos tener, si así lo preferimos. Sin embargo, aunque no hagamos nada por reflexionar en todo esto o hagamos lo que hagamos, nuestra esencia real prevalece y trasciende lo aparente. Cada uno de nosotros puede afirmar “Soy lo que Es”. 

Raúl Ramos de la Plaza.

    29 de julio de 2022. 

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