Una puerta es un elemento que comunica dos espacios distintos.
En algunos casos son “blindadas” o “acorazadas”, disuadiéndonos de cruzar el umbral que separan, y en la mayoría de los casos son puertas de paso, que invitan a ser traspasadas y que generalmente se presentan abiertas.
Una puerta es todo un mensaje implícito de lo que hay detrás, delante y detrás, son términos que acompañan a una puerta. Incluso hay puertas que son verdaderas obras de arte, muestra de lo que esconden mas allá.
Se podría escribir todo un tratado sobre las puertas, elemento arquitectónico. La puerta tiene un origen anterior a la ventana, por ejemplo. Y su evolución a lo largo de la historia ha sido muy vaga. Se han desarrollado los elementos que acompañaban a la puerta, cerrojos, bisagras… pero el concepto en si ha evolucionado muy poco, como elemento que separa el espacio, ahí es nada. Como si el espacio se pudiera separar, compartimentar. Su origen, muy vinculado a la civilización mesopotámica y egipcia y su culto al mas allá, ha ido evolucionando con el desarrollo de la propiedad privada. La ventana no ha tenido tanta evolución.
Pues en ese entorno evolutivo hubo alguien que a finales del siglo XIX ideo un mecanismo giratorio que sustituía al original, mucho mas sofisticado e incomodo pero que contaba con una estética diferente. Después de tantos años utilizando el miso sistema era inevitable que alguien dedicara su tiempo y su imaginación a algo tan habitual en nuestra vida. La justificación del invento me parece absurda, fue primero el diseño que la innovación.
Aquella idea tuvo su efecto en la trayectoria profesional de algunos, que ante la falta de progresar a base de superar etapas, espacios, en su trabajo (se cierra una puerta y se abre otra) descubrieron en ellas la manera de colarse en espacios que no les eran propios y que les permitían entrar y salir de manera natural sin que los que estaban fuera o dentro percibieran si eran alguien que venían de dentro o de fuera. Era la forma fácil de acceder a un espacio sin llamar la atención porque a la vez que uno entraba otro salía. Las gallinas que entran…
El político, como buen observador de la realidad que le rodea, muy distante de la suya, se dio cuenta que había sitios donde las puertas giratorias les permitían entrar y salir libremente, sin que por ello tuvieran que considerarse parte de un espacio interior que le era ajeno por su falta de conocimiento y cualificación pero que le acogía agradablemente siempre que fuera acompañado de favores de terceros lo suficientemente cualificados y cuantificados, por supuesto.
La ventaja de la puerta giratoria es que permite entrar y salir con facilidad tantas veces como se quiera, sin que a uno le expulsen del local, hasta que tenga llenos los bolsillos de amiguetes que recomienden su admisión al club de los contratos ciertos.
A mi las que de verdad me gustan son las puertas abatibles, swinging doors en el oeste, que no permiten echarse atrás y que una vez que las cruzas o eres el mas rápido del lugar o estas destinado a ser el pianista del local.
Rafa Valls
14-6-22