LAS TRES ESPAÑAS

La de derecha y la de izquierda. La progresista y la conservadora. La católica y la anticlerical. La vencedora y la vencida. La roja y la azul.

Estos calificativos se usan a menudo para ilustrar el concepto de las dos Españas, cuyo concepto es incluso anterior a nuestra Guerra Civil, pues nos podríamos remitir al conflicto existente desde el siglo XVIII entre el proceso de modernización y las fuertes resistencias en un país agrario atrasado, con fuerte presencia de la Iglesia y de un Ejército ‘sobrante’ heredado de las guerras coloniales en América.

Es claro que «La guerra la ganaron unos” y se beneficiaron enormemente de ello, y, seguramente, si hubieran ganado “los otros” estaríamos hablando exactamente de lo mismo, pero cambiando de bando, es decir, del odio generado por la frustración de los que perdieron.

No obstante, la democracia no solo nos trajo una ley de amnistía que trataba de hacer un “ajuste con el pasado”, sino que generó estabilidad política, económica y el consecuente estado del bienestar. Esto fue limando esa dualidad española de rencillas entre las izquierdas y las derechas hasta reducirlas a un nivel insignificante representados por una minoría de nostálgicos del franquismo y un grupo pequeño de descendientes de los vencidos. El grueso de los ciudadanos habíamos pasado página hace tiempo.

Pero entonces, ¿cómo es que 80 años después del final de la Guerra Civil española, se sigue hablando de las dos Españas.?

Creo que para entender esto, hay que analizar “las dos Españas” desde otra óptica, y yo creo que hay una España real (compuesta por diferentes simpatías políticas), que es la que convive en paz, la que se dedica a sus quehaceres diarios y la que genera valor cada día, las amas de casa, los jubilados, los trabajadores, autónomos, empresarios, en definitiva, el ciudadano de a pie y, por otro lado, hay otra España parasitaria compuesta por los políticos y sus beneficiados.

Define la R.A.E. parásito/ta, como un organismo que vive a costa de otro alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo. 

Esto es en lo que creo que se ha convertido nuestra “casta” política y a lo que me he referido en otros artículos en los meses de abril y mayo, cuando hablaba de la INFECTIVIDAD, de nuestros políticos.

Esta otra España, la parasitaria, ha ido instalándose lentamente en los tejidos sociales y económicos de nuestro país donde se multiplica incesantemente. Se han colocado en grandes empresas utilizando las puertas giratorias, han colonizado todo tipo de órganos de gobierno e incluso aquellos que se supone sirven para el control de los gobiernos, el Tribunal de cuentas Consejo económico, consejo General del Poder Judicial,…. Y utilizan los medios del Estado en beneficio del gobierno de turno, o mejor dicho, en beneficio del partido político que gobierna en cada momento.

Tengo que meter en el saco de este sentimiento mío a todos los partidos políticos, sin excepción de colores, pero también pienso que los que nos gobiernan en la actualidad se llevan la palma por la velocidad de “infectividad” que están demostrando y el descaro con el que lo hacen.

Han anestesiado a la sociedad mediante subvenciones que generan clientelismo a los sindicatos, a las ONG y cualquier organización no gubernamental que se preste a servir sus intereses y han generado un cuerpo de funcionarios, especialmente privilegiados frente al resto de trabajadores, que les sirve de colchón amortiguador ante problemas sociales.

Han colonizado los medios de comunicación, el CIS, y cualquier otro medio que sirva para controlar e influir sobre la opinión pública reduciendo, incluso eliminando, toda posibilidad de crítica pública.

Esta España parasitaria de políticos en general, y los de Izquierda en particular, que comienza en 2007 con Rodríguez Zapatero con su Ley de Memoria Histórica y que ahora encuentra su rentable continuidad con Pedro Sánchez y su Ley de Memoria Democrática utilizan el desencuentro como hacen las sanguijuelas inyectando anticoagulantes para seguir chupando la sangre a sus víctimas. Y mientras, los ciudadanos, entrando al trapo y sin nadie que se ocupe realmente de sus problemas.

No es la sociedad española la que está interesada en alimentar el sentimiento de las dos Españas, es a esa “tercera España”, la clase política (de un signo y de otro), a la que le interesa revivir ese sentimiento “guerracivilista” para rentabilizar cualquier conflicto que surja y si no surge, los generan, que es lo que están haciendo. Es el método más rentable que han encontrado para mantener viva esa España que produce y poder continuar su parasitación.

Los políticos se encuentran cada día más alejados del pueblo (que irónicamente se supone que los ha elegido) y solo se dedican, sin pudor, a defender sus intereses con planificadas estrategias. Juegan con nuestros intereses económicos, tratan de modificar nuestro sistema constitucional al margen de los cauces establecidos para ello, manejan los aspectos sociales en función de sus intereses, y ahora, juegan con nuestras vidas como consecuencia de la pandemia.

No son capaces de ponerse de acuerdo ni entre partidos ni con las comunidades, no son capaces de montar comités de expertos (de verdad) para hacer lo mejor para la sanidad y  nuestra economía y utilizan los datos económicos y sanitarios (incluso los fallecidos)  como armas arrojadizas entre ellos importándoles un bledo la ciudadanía.

Mientras seamos tan imbéciles de hacerles el juego, ellos seguirán explotando esa capacidad de generar encontronazos de cualquier tipo y motivo en el debate político y con ello, unos y otros, se “garantizan” el 50% de las simpatías políticas que les permite continuar obteniendo favores, contratos, puestos y otras prebendas. En definitiva, usando y abusando de los recursos públicos como si fueran suyos.

España está políticamente enferma y las infecciones parasitarias que padecemos como consecuencia de la mala gestión (no gestión en muchos casos) de nuestros parásitos no solo nos hacen sufrir económicamente con un cuadro de desnutrición severo, sino socialmente, con un número de fallecidos y de contagios realmente inadmisibles.

Me temo que más tarde o más temprano, incluso los más resistentes, terminaremos sucumbiendo.

José García Cortés

      3-10-20

Un comentario en “LAS TRES ESPAÑAS

  1. Hoy has estado especialmente acertado. En la elección del tema y en su desarrollo. El problema tiene mala solución. Podría venir de la aplicación de mi idea. Pero mi idea no les gusta nada a los que mandan y que dicen lo que es bueno y lo que es malo. Pero creo que es la única opción . En España, en Europa y en el mundo. Donde pasa bastante parecido en los múltiples organismos, de todo tipo, que lo dirigen.

    Seguiremos trabajando. Cada loco con su tema. Abrazos dominicales

    __________________________________ José Corral Lope http://www.supervivenciayaltruismo.com http://www.survivalandaltruism.org

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