LA ISLA BONITA

Soy una persona que no me considero especialmente apegada a los bienes materiales. Al menos eso creía yo hasta que he visto las terribles (y cautivadoras a la par), imágenes del volcán en la isla de La Palma.

Ver cómo la lava va sepultando a ritmo lento todas, absolutamente todas tus pertenencias, ha sido una imagen que me ha llenado de tristeza al tiempo que me ha hecho recordar que la naturaleza siempre vuelve por sus fueros.

Todavía no soy capaz de reaccionar cuando he hecho el ejercicio mental de algo a lo que realmente se han tenido que enfrentar centenares de ciudadanos palmeros: “Tiene usted 15 minutos para recoger sus pertenencias”.  Y sabes que lo que no te lleves en esa bolsa de 100 L que te han dado, desaparecerá para siempre.

Sigo todavía en la casilla de salida, es decir, está claro que primero pensé en la familia y mis animales (porque obviamente forman parte de mi familia), pero, ¿y después….?. Y es entonces cuando me doy cuenta de que vivo rodeado de muebles, enseres, cuadros, fotografías, colecciones de cosas, recuerdos de todos los viajes, de los sitios donde he vivido, … que forman parte de mi vida y que forman una especie de escudo o de cueva en la que me refugio sin querer cada día de mi vida.

ÑOS”,  ahora me doy cuenta que sí que vivo apegado a mis cosas y eso me hacer sentir más el dolor de esas personas.

He pasado cinco maravillosos años de mi vida en Canarias, y adoro esa tierra y a sus ciudadanos. Sus paisajes rebosan belleza y sus gentes amabilidad y alegría. Ellos saben disfrutar de los buenos momentos y saben apretar las nalgas cuando vienen mal dadas. He conocido a muchos canarios mayores, tanto de los que emigraron como los que no, y sus vidas están llenas de esfuerzo, de carencias y sobre todo de mucha, mucha fe, mucho trabajo y mucha paciencia.

Parece increíble la forma en la que han cultivado pendientes de vértigo, cómo han conseguido una ganadería sostenible para su peculiar territorio y, además, lo han hecho compatible con la industria turística más pujante de España.

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de escuchar alguna de las muchas entrevistas que se están haciendo en estos días a los damnificados, se puede apreciar que las realizan con un aplomo y sosiego digno de admiración y, sobre todo, con ese espíritu de mirar hacia delante, como el de la señora que era entrevistada en la radio en el momento justo en que la lava cubría su casa, y que decía:  “estoy deseando que esto ya termine porque, en cuanto pueda, me voy a hacer otra casita”.

Ya se que es el momento de las fotos y de las declaraciones voluntariosas por parte de nuestros políticos, pero habrá que estar atento a la respuesta real para todas estas personas que han caído en la pobreza y el desarraigo de la noche a la mañana. Esta gente no se merecería otra cosa que el máximo apoyo que entre todos le podamos prestar.

De momento, de parte de este “magote peninsular”, le digo a los Palmeros: “Mi niño, yo se que ahora estás arrochelado, pero prontito estarás bajando otra vez por la veredilla para hacer un arteche desde donde hacer una asomadita al mar y estar asocaito, mientras preparas una carnita de baifito en el asadero, unas papitas arrugás y ese mojo escaldao que quita el sentido. ¡¡Chacho!!, brindo por vosotros con un ronito.

José García Cortés

     25-9-21

2 comentarios sobre “LA ISLA BONITA

  1. Mi querido Amigo y Maestro. Enhorabuena. Escribes con sentimiento y eres entrañable. Tu “acento” canario es envidiable. Un abrazo, Pepe.

    Raúl Ramos de la Plaza movil

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