GOBERNADOS POR LAS EMOCIONES: LA RAZÓN, PERDIDA EN LAS DEMOCRACIAS DEL SIGLO XXI

Resulta inefable y trascendente, la cascada de acontecimientos vergonzosos, conexos a la

desafección de los que opinan lo contrario al relato panegírico de los miembros del Gobierno. Observamos una crisis progresiva de valores e inmoral, donde las emociones se imponen a la verdad.

El Gobierno español, debería representar a la mayoría de los ciudadanos con ideas similares y objetivos comunes. Pues bien, se ha convertidos en una suma de partidos minoritarios y periféricos con enfoques diferentes y antagónicos. Estos políticos, incapaces de gobernar por sí solos, satisfacen sus aspiraciones, eligiendo un líder común, frío, calculador y charlatán sin escrúpulos, capaz de satisfacerlos; aún en contra de una población mayoritaria indignada, apática y silenciosa, a la que imponen una posverdad, cada día más implantada, con el fin de manipular creencias y actitudes de la población con fines políticos.

Darío Villanueva, filólogo y catedrático de literatura, opina que se trata de una posdemocrática hobbesiana: propuesta por Thomas Hobbes (1588-1679), o por el sociólogo británico Colin Crouch en el año 2004. Las formas democráticas persistirían, pero vacías de contenido, dando lugar al autoritarismo.

Esta situación iniciada en España por J.L.R. Zapatero el 14 de Febrero del año 2008, cuando en una entrevista con el periodista I. Gabilondo dijo: ¨ nos conviene que haya tensión ¨. Su objetivo no era otro que activar al electorado, polarizando a los ciudadanos, manipulando y despertando hechos pasados.

Ya nos advertía Platón (427-347 a. de C) de los peligros de la democracia de las mayorías;

satisfacer a personas con escasa preparación continuamente o agradecidas, desviaría del

propósito fundamental que se pretende.

Hasta el año 1890, durante el Gobierno de P. M. Sagasta, no se puso fin al ¨ sufragio censitario ¨ en España. La mujer, tuvo que esperar hasta 1931 para poder votar, gracias a los esfuerzos de Clara de Campoamor, aunque tuvo en contra numerosos críticos, incluso progresistas como Victoria Kent (1898-1987). Sugerían que la mujer no estaba preparada para ello por ignorancia, influencia de sus maridos o la iglesia católica.

Actualmente existen filósofos celebres y documentados; podríamos citar a Jason Brennant, profesor en Georgetown, que sostienen la idea epistócrata para gobernar: ¨ La democracia de los sabios ¨. Solo los más instruidos, podrían votar. La meritocracia sería algo parecido, pero proclama que lo hagan todos; aunque este compromiso, debería ser más relevante en los eruditos y preparados.

Los profesores expertos en política de Harvard, S. Levistky y D. Ziblatt, nos describen en su libro: ¨ Como mueren las democracias ¨, como serían las situaciones que nos deben alertar:

– Rechazo a las normas democráticas.

– Negación a la legitimidad del oponente político.

– Tolerancia o fomento de la violencia.

– Disposición a restringir las libertades civiles ( prensa, políticos opositores, etc ).¨

Las democracias no suelen morir repentinamente, sino de forma lenta, cuando los líderes

elegidos van debilitando las normas democráticas, los pesos y contrapesos institucionales, y el respeto mutuo entre adversarios políticos.

Entiendo que los avances democráticos conseguidos, no deberían regresar; pero me hace

pensar, como a tantos politólogos, filósofos y sociólogos a lo largo de la historia, que discrepan de las democracias de las mayorías, ya consolidadas. Estas, se convierten en aburridas y desilusionantes, de difícil comprensión, absorbentes y divisivas, con bajo nivel, incluso irrespetuosas y circenses; con una deriva en desafección entre ciudadanos y ruina del País.

Necesitamos conocer los peligros de las democracias actuales, llamadas del siglo XXI, donde las emociones se imponen a la razón y a la verdad, donde se señala y criminaliza al adversario político, y donde se utilizan las instituciones del Estado para conseguir fines políticos.

Los políticos deberían ser personas integras, preparadas e inflexibles con la cultura democrática; donde la seriedad, creatividad, convicción, responsabilidad y coherencia, prevalezcan como pilares fundamentales. La historia de la democracia nos ha advertido de sus peligros; no olvidemos a los líderes autocráticos salidos de las urnas. No creo que todo valga ni sea progresista. La auténtica democracia, la menos contaminada, debería ser siempre la de las mayorías, donde confluyan objetivos comunes como País, y que el esfuerzo, igualdad y solidaridad prevalezcan de forma civilizada e instruida.

Manuel Lozano Molina

        17-11-25

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