Sus señorías están cansados, el último pleno se celebró el 17 de julio de 2025y no hay otros programados hastaprincipios de septiembre.
La jornada legal de los trabajadores en España (no señorías) es de 40 horas semanales (hasta que la señora ministra y vicepresidenta se salga con las suyas), siendo la media real pactada en convenios de 38,4, lo que viene siendo aproximadamente entre 1.800/1.900 horas trabajadas al año.
Sus señorías no tienen una jornada formal regulada, trabajan horas variables según actividad parlamentaria y no hay registro horario obligatorio como en empleo privado, por lo que su jornada no se contabiliza sistemáticamente. En 2024 tuvieron que asistir a 31 plenos oficiales (agotadora actividad), aunque bien es cierto que algunos tienen que asistir a ciertas comisiones, subcomisiones o ponencias, que, en la mayoría de los casos son de pocas horas.
El sueldo base de sus señorías es de 3.126,89 €/mes y después tienen complementos según cargo (hasta ~1.938 €/mes en portavocía), y pluses por comisiones o presidencias. Hablamos en muchos casos de salarios totales entre ≈56 000 € y 70 000 €, y en casos de altos cargos hasta ≈112 000 € o incluso más (hasta 230.930 € en el caso de la presidenta del Congreso), mientras que el trabajador medio anual en España está en 28.049 €, el mediano en 23.349 € y el más frecuente en 15.575 €
Adicionalmente, sus señorías reciben dietas mensuales para gastos generales: 4.950 €/mes, independientemente del lugar (gastos de manutención, alojamiento, desplazamientos) y los gastos de transporte (billetes, aparcamientos, etc.) están cubiertos.
También se les proporcionan facilidades de alojamiento durante las sesiones, acceso a tecnología (tabletas, teléfono móvil institucional, restaurantes y cafetería del Congreso subsidiados por valor de casi 1,2 millones € anuales, lo que reduce el coste de comidas en sede), apoyo administrativo y recursos logísticos sin cargo directo y, en el caso de los eurodiputados, asistente/es contratados con presupuesto asignado de hasta aproximadamente unos 28.000 euros.
En resumen, sus señorías (en número de 350, sin hablar de los del Senado) ganan entre 2 y 4 veces más que el trabajador medio, sin contar dietas e indemnizaciones adicionales, disfrutan de beneficios extras (dietas exentas, equipo tecnológico, personal y recursos públicos) que no existen para el trabajador promedio.
Y todo este dineral se utiliza en una gran parte solo para que asistan y voten siempre lo que la disciplina de partido (muy estricta en España) les indica, aunque es justo reconocer que en ocasiones “trabajan” para realizar proposiciones no de ley, enmiendas y preguntas al Gobierno (en el caso de la oposición).
En España, los partidos deciden quién entra en la lista electoral y en qué orden, por lo que, si el diputado quiere repetir mandato, debe obedecer al partido, no a los votantes directamente. Y les pagamos para ello.
Pero, al final, antes de irse a gozar de unas merecidas vacaciones, al menos nos han ofrecido al pueblo español algo tan ansiado por todos como era el que El Congreso de Los Diputados solo se llame El Congreso. Menos mal, todos estábamos sufriendo lo indecible porque la denominación que pusieron nuestros mayores en la Constitución visibilizaba solo a los varones.
Seguramente, con tanto trabajo sus señorías no se han dado cuenta de que el gobierno no tiene autoridad lingüística formal para cambiar la gramática, sino que esa función corresponde a instituciones como la Real Academia Española (RAE) o la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).
La verdad es que ya no tienen suficiente con invadir las empresas públicas, la fiscalía, el Tribunal Constitucional, la justicia,… Ahora también la lengua.
Supongo que, a la vuelta de las vacaciones, sus señorías terminen el trabajo y le den solución a las profesiones que sufren también como el colectivo de taxistas, electricistas, periodistas, dentistas, policías, economistas… Es que, de verdad, estamos que no vivimos todos con esto.
Bueno, confío en que todos, todas y todes, y los niños, niñas y niñes podamos verlo pronto, total, si nos sale muy barato.
Por cierto, me muerdo las uñas pensando si, sus señorías (término anacrónico que intenta mantener la neutralidad entre diputados y diputadas), terminarán aprobando que se les llame “señoríos”?.
José García Cortés
27-7-25