“¡QUE NO SE ENTERE EL BOE!”

A finales del siglo XIX y primeros del XX el estilo costumbrista y ligero de los hermanos Álvez Quintero podría perfectamente haber creado una pieza humorística breve y, por supuesto ficticia, con personajes inventados que aludiría a situaciones que hoy en día nos podrían resultar algo familiar.

Ni que decir tiene que los hermanos la ambientarían, como no puede ser de otra manera, como una ficción, sátira blanca y con guiños cómicos, sin aludir a hechos reales.

Personajes

  • Begoña Luces (esposa de un alto mandatario, elegante y algo despistada),
  • Don Koldo Panza (asesor con historial turbio, pícaro con aires de empresario),
  • Don Justo Reparto (fiscal muy “dialogante”, más político que jurista),
  • Don Víctor de Almada (intermediario afortunado y empresario dicharachero),
  • Don David Pentagrama (animador musical)
  • Don Áureo Ávalos (viejo compañero que va por libre, exministro sin cartera pero con maletín),
  • Leire Lío (funcionaria meticulosa, recta y más serie que un notario en ayunas).

ACTO ÚNICO

Un despacho amplio, lleno de papeles, cajas sin abrir y una bandera torcida al fondo.. Se ven expedientes con sellos absurdos, y un cartel que dice “Transparencia en Proceso”.

Entra Begoña Luces con un dossier en la mano, mirando alrededor con sospecha, se quita las gafas de sol y se abanica.

Begoña Luces,  mientras suspira (al público):

  • Ay, madre mía, que yo venía a ver si me renovaban el carnet de biblioteca y a preguntar por el curso de «Ofimática para Altas Esferas»… ¡y me encuentro citada en un auto judicial!
    ¡Si yo sólo organicé dos o tres congresos de ética política… con cóctel incluido!

(Aparece Don Koldo Panza, traje brillante, corbata de lunares con paso confiado y una carpeta marcada “confidencial, pero si puedes, fotocopia”

Don Koldo:

  • ¡Begoñita! ¿Qué haces tú en estos pasillos? ¿Vienes a por papeles o a por papeletas?, pero mujer, mira que te dije que no firmaras nada que tuviera más de tres sellos y ningún concepto claro.

Begoña Luces (levantando una ceja):

  • ¡A callar, tunante! Que desde que tú trajiste aquellos cargamentos que olían a bacalao, cuyo contrato firmaste en un polígono industrial que no tenía ni puertas, esto es un sinvivir.

Don Koldo (riendo):

  • ¿Y qué culpa tengo yo de que en este país los polígonos sean más fiables que los ministerios?

(Entra Don Justo Reparto, con toga mal puesta y una sonrisa que no cabe en la cara)

Don Justo:

  • ¡Señores! Que esto es una institución seria, aquí se viene a aparentar que se hace justicia. Todos tranquilos, aquí no hay imputados, sólo incomprendidos.
    ¿Y usted, doña, ¿qué hace por aquí sin escolta ni editorial?

Begoña Luces:

  • ¡Yo sólo venía a dejar una factura! De las buenas, sin IVA ni escándalo. ¡Ay, Don Justo! Dígame usted… ¿cuánto tiempo se tarda en archivar un caso… discretamente?

Don Justo (con media sonrisa):

  • Depende… ¿usted está en el gobierno o en la oposición?

(Se oyen compases de fondo músical de Don David que destacan por su lirismo, «El Árbol del Olvido» y pasos que delatan la llegada de D. Víctor Almada con un móvil en la mano y un jamón bajo el brazo)

Don Víctor:

  • ¿Molesto? ¡Ah, no! Yo sólo pasaba a saludar… y a ver si quedaban subvenciones del año pasado. Es que vengo de ver a un primo en Panamá y me dijo que los papeles estaban en curso. No sé si se refería a los judiciales o al barco…

(Leire Lío entra con una carpeta del tamaño de un airbag y un medidor láser para fiscalizar las estanterías.)

Leire Lío:

  • ¡Orden, orden! Esto es una institución pública, no una tasca de intermediarios.
    (A todos) —¿Dónde están los informes? ¿Dónde están los recibís? ¿Dónde están las transferencias? ¡Esto es un desastre! Expedientes sin foliar, facturas sin justificar, ¡y ese jamón sin refrigerar!

Don Álvaro:

  • ¡El jamón está en regla, señora! Tiene trazabilidad, denominación y bendición apostólica.

Leire Lío (murmura):

  • A este ritmo… me veo jubilándome sin que se archive ni una mordida.

(Risas del público. Entra Áureo Ávalos con gafas de sol y chanclas.)

Áureo Ávalos:

  • ¿Esto es el consejo de ministros o el bingo de los jueves?, ¿dónde está mi secretaria personal? Ah¡, me olvidaba que está exenta de venir a trabajar.

Todos (gritan):

  • ¡Áureo!

Áureo:

  • Tranquilos, que vengo sólo a cobrar el kilometraje. Por venir en bici eléctrica.

Don Justo:

  • ¡Vamos a poner orden! Aquí hay que esclarecer los hechos… aunque sea con neblina.

Begoña Luces (con ironía):

  • Pues aprovechen y aclaren si tengo que devolver las dietas… o declarar como testigo.

(Mientras suena la banda sonora original de la película “Crónica de una muerte anunciada”, se miran todos. Silencio incómodo. Suena un teléfono. Nadie contesta. Finalmente, todos levantan los hombros a la vez.)

Todos (al unísono):

  • ¡Que no se entere el BOE!

(Oscuro. Cae el telón. Se oyen risas grabadas y un sello de “provisionalmente archivado”.)

José García Cortés

         7-6-25

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