Como siempre han puesto de manifiesto nuestros filósofos, las sociedades están en continua evolución. Esta situación, tiene reflejo en lo que se considera aceptable o no, dentro de un contexto social e histórico en cada momento.
Manipular los contenidos de columnas periodísticas, tertulias, tuits, o declaraciones políticas. tanto si se influye en la persona, como si no, la Real Academia Española, lo llama censura. Si además ocurre un vituperamiento público y se condena a la persona al ostracismo más perturbador, se le llama cultura de cancelación. Definitivamente, no es mas que la expresión de una ideología y de una serie de valores que una persona o grupo de personas, quieren imponer a los demás.
Todos hemos visto la condena pública que se le ha hecho a la actriz trans, Karla Sofía Gascón, por unos tuits desafortunados, publicados hace años, acerca del terrible asesinato de George Floyd, el hombre de color que murió a manos de la policía de Minnesota y que desencadenó el movimiento Black Lives Matter.
George Floyd, era ciudadano afroamericano, murió a manos del oficial Derek Chauvin que presionó su rodilla contra el cuello de Floyd cuando lo esposaba, mientras, suplicaba que no podía respirar.
Este policía y tres más, fueron condenados por asesinato, en el año 2021.
G. Floyd era drogadicto y tenía varias condenas por robo, la ultima, a mano armada. Estuvo 5 años en la cárcel detenido por estos hechos. Finalmente, parece que había rehecho su vida y se encontraba trabajando, alejado de su etapa anterior.
La actriz, publicó unos tuits irónicos coincidiendo con estos acontecimientos, llamándole ¨drogata y estafador ¨. Esta situación fue olvidada y sin trascendencia, hasta que la escritora Sarah Hagi en la mañana del miércoles, previo a los premios Goya, los publicó, ya que no fueron borrados.
De nada le sirvió a Karla pedir perdón varias veces, afligida y lamentando sus funestos twitter. El aparato frenético que promueve la cultura de la cancelación se había puesto en marcha; ha sido vituperada, maldecida, tachada de xenófoba, intolerante y racista. Sin importar a nadie que pueda terminar en vesania. Su carrera ha terminado. Tan desmedida ha sido la reacción, que hasta Pedro Sánchez ha salido en su defensa: ¨ En momentos con discursos tan preocupantes, hay que defender el respeto, la tolerancia y la diversidad ¨.
Esta nueva forma de llamar a la censura actualmente, y promovido de forma icónica por la nueva izquierda de los países occidentales, tiene unas consecuencias extremas y desmedidas para sus protagonistas, impropio de una democracia. Sin embargo, cuando sus twist o grupos teatrales protagonizan actuaciones contra de la iglesia católica, la derecha o el Rey, adornado por banderas republicanas, independentistas y anarquistas, como hemos visto en televisión; lo ven como libertad de expresión. Recordemos cuando los actos que representaban, ¨La hermandad de la santa pedofilia¨, la hermandad del santísimo coño ¨, etc. eran bien vistas y apoyados por algunos de nuestros políticos y actores. No digamos los actos de la quema de la bandera española o asesinato del Rey.
El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: ¨Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión ¨.
La censura, la humillación y la condena, no se contempla. Numerosos actores y escritores han firmado un documento en contra de esta nueva censura: M. Vargas Llosa, F. Savater, A. Cortina, C. Posadas, etc. Dicen que la cultura es emancipadora y la censura, por bienintencionada que quiera presentarse, es contraproducente. Imagino que muchos, no lo lo entienden de la misma manera ni en el mismo contexto.
La censura se ha hecho siempre, recordemos a la que fue sometido Sócrates ( 339 a. de C.) supuestamente, por pervertir a los jóvenes y alejarlos de los dioses. Se le condenó incluso a muerte por ello. Recuerdo la censura franquista cuando periodistas, escritores y actores eran censurados. Así le ocurrió a la obra universal de E. Hemingway, ¨ Por quien doblan las campanas ¨ (1943), por nombrar a un escritor enamorado de España, también G. Orwell, o Allan Poe, por nombrar a algunos no españoles. En nuestro País, C. José Cela, A.M. Matute, V. Blasco Ibáñez y tantos otros. Ninguno fue perseguido o condenado por su forma de pensar o escribir. No tuvo consecuencias sobre sus carreras profesionales, al contrario, todo el mundo deseaba ver su obras y en estado original. Quizás el Rector de la Universidad de Salamanca, M de Unamuno, lo pasó algo peor después de enfrentarse al corazón del régimen en el Rectorado.
A. Gala en una entrevista en el año 1991 predijo que en los próximos años, la población y en especial la juventud, no leerá, por lo que no tendrán criterio. Le obligarán a pensar según interese al Gobierno de turno. No hay mas que leer los resultados de las ultimas encuestas referente a D. Trump que se han hecho en todos los grupos políticos; La juventud es la que más apoya su elección. La inteligencia natural será sustituida por inteligencia artificial, difundida por los nuevos políticos.
La llamada cultura de la cancelación ha sido inyectada en las mentes de la nueva izquierda. El que no la cumpla, será denostado a perpetuidad. Me estoy acordando de un actor asturiano que me encantaba, una persona hecha a sí mismo, con un gran sentido del humor que nos hizo pasar ratos muy agradables. Se trata de Arturo Fernández (1929 – 2019). A las chicas, les llamaba ¨ chatinas ¨ y, sobre el régimen franquista decía: ¨La gente era feliz, había música, incluso bailaban por las calles ¨. Quedaría asombrado del vocifero colérico y constante de esta izquierda intolerante. Me han preocupado las palabras de A. Pérez Reverte cuando le han preguntado por este novedoso modo de censura. Ha dicho que a su edad actual, seguirá haciendo y diciendo lo que crea conveniente. Otra cosa sería tener ahora 21 años.
Manuel Lozano Molina
11-3-25