EL CORAJE DEL PUEBLO ESPAÑOL

La historia de España está marcada por episodios de valentía colectiva donde el pueblo, enfrentado a situaciones adversas, ha demostrado una fortaleza y resiliencia notables.

Me gustaría fijarme en dos momentos, separados por siglos que ejemplifican este espíritu inquebrantable: la sublevación de los españoles contra la invasión napoleónica en 1808 y la movilización popular para afrontar los efectos devastadores de la DANA en Valencia en 2023. Aunque diferentes en contexto y amenaza, ambos momentos reflejan la capacidad del pueblo español de unirse y luchar con los medios a su alcance para proteger a su comunidad.

El 2 de mayo de 1808, un pueblo armado de coraje, generó en Madrid una revuelta espontánea contra la ocupación francesa. Los ciudadanos, hartos de la intervención de Napoleón en los asuntos internos de España y del secuestro de la familia real, tomaron las armas.

Sin una organización militar adecuada y sin apenas armas, hombres y mujeres lucharon con lo que tenían a mano: palos, cuchillos, piedras, y cualquier objeto que pudiera servirles como arma. Aquella revuelta se propagó rápidamente, y la resistencia popular se extendió por toda España.

Lo extraordinario de este levantamiento fue el papel de los ciudadanos comunes, de todas las edades y profesiones, quienes enfrentaron al ejército más poderoso de Europa en una lucha desigual. La gesta del 2 de mayo fue el primer acto de una Guerra de Independencia que, a pesar de sus penurias, consolidó un sentimiento nacional. Aquellos héroes anónimos, sin entrenamiento militar ni protección, se lanzaron a las calles impulsados por el coraje y el sentido de identidad, uniendo al país en torno a la resistencia.

En la catástrofe de Valencia, vuelve a surgir de nuevo el espíritu de solidaridad del pueblo español. Voluntarios de todas las edades y orígenes acuden desde el primer momento para ayudar en la evacuación, retirar escombros y asistir a sus vecinos en la reconstrucción de sus hogares y cientos de miles de ciudadanos de otras localidades ayudan enviando víveres y todo tipo de bienes para cubrir las necesidades básicas.

Esta respuesta espontánea y colectiva está mostrando, una vez más, el compromiso de la gente con su comunidad, el mismo que impulsó a los madrileños de 1808 a levantarse contra las tropas napoleónicas.

La sublevación contra Napoleón y la movilización en Valencia tienen un denominador común: la disposición del pueblo español a unirse y enfrentar la adversidad con lo que tiene a mano. En ambos casos, la fuerza motriz fue el sentido de comunidad y el coraje frente a lo inevitable, sin esperar a que una entidad superior solucionara sus problemas. En 1808, esta lucha fue una defensa de la identidad y la independencia; ahora una muestra de resiliencia ante un desastre natural, en la que ciudadanos, al igual que antaño, han decidido actuar sin demora.

A lo largo de nuestra historia, España ha mostrado su capacidad para mantenerse unida en los momentos más oscuros, desde las batallas por la independencia hasta las tragedias naturales. En un mundo que cambia y avanza rápidamente, este espíritu de solidaridad y esfuerzo compartido sigue siendo un elemento esencial de la identidad española, un legado que continúa en las nuevas generaciones.

Qué pena que, también a lo largo de nuestra historia, los políticos no estén a la altura de los ciudadanos. Es un problema endémico de nuestro país.

Yo empiezo a pensar que nuestros políticos no son españoles, porque no tienen ni la mitad de huevos que el resto.

José García Cortés

        8-11-24

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