GUERRAS Y OTRAS ANIMALADAS DEL HOMO STULTUS

Estoy escribiendo este artículo con el mundo pendiente de dos guerras especialmente crueles y cercanas: la de Rusia con Ucrania y la de Israel con Hamas.  Produce espanto ver las muertes y sufrimientos de tantas personas. Y produce enorme extrañeza que estas cosas pasen en el mundo de los Homo sapiens, el mundo de los “sabios”.

En realidad, nuestro mundo está siendo el mundo del Homo stultus, el mundo de los necios. Los humanos seguimos actuando grupalmente como los animales y por ello seguimos haciendo animaladas.

La competencia y la lucha son actitudes naturales en todos los seres vivos. Forman parte de las leyes de la evolución. La lucha entre individuos y entre grupos de la misma especie produce que los vencedores tengan más posibilidades de supervivencia y de imponer sus objetivos y sus normas de comportamiento. Y se supone que la descendencia de los vencedores será mejor para la supervivencia de la especie.  Uno de los casos más conocidos es el de los leones que matan a los hijos de los vencidos para engendrar leoncitos más fuertes y mejores por ser hijos del león más fuerte.

De acuerdo con esta ley, podríamos decir que las luchas y guerras, tanto individuales como grupales, han sido y son convenientes para la supervivencia de la especie. Vamos a ver un poco más de cerca el caso de los humanos.

Cuando los homínidos convivían en grupos pequeños, serían los machos más fuertes físicamente quienes tendrían más descendencia y se produciría una selección natural como ocurre en las especies de primates actuales.  Y habría luchas entre individuos para mantener esta prioridad.

Con el desarrollo de las capacidades propiamente humanas, y con el crecimiento de los grupos, la fuerza física dejó de ser el factor prioritario para la preferencia reproductora entre varones. Y, como sabemos, la selección de los reproductores se realizó y realiza por muy distintos motivos. A los discípulos de Darwin les preocupó que los varones débiles o tarados, pero con medios económicos u con otras cualidades, pudieran tener descendencia. Y crearon las sociedades eugenésicas. Pero individualmente, aparte de esto, la lucha por la fecundidad se desarrolló, salvo excepciones, de forma incruenta. 

Grupalmente el caso es distinto. Como en las actuales especies de primates, las primeras guerras se produjeron entre familias y clanes por el dominio de territorios de caza o recolección. Y cuando se fueron haciendo grupos mayores y estables, las guerras siguieron siendo por mantener y expandir los territorios y por las cosechas, animales, hembras, esclavos y otros bienes. Y así ha seguido siendo entre las tribus primitivas que aún existen.

Los grupos humanos se fueron haciendo cada vez mayores: mediante alianzas y con el dominio de unos grupos sobre otros.  Y también las escaramuzas entre familias y clanes se fueron haciendo mayores. En el ABC del 3 de noviembre viene un gran titular en la página 37 diciendo: “La primera guerra de Europa se produjo en la península ibérica hace 5.000 años”.  Y en el texto dice que fue un conflicto a gran escala que se produjo un milenio antes de lo pensado hasta ahora. Y el estudio de los 338 esqueletos enterrados juntos, la mayoría de los hombres con heridas de flechas, sugiere que la guerra en el Neolítico fue mucho más sofisticada y compleja de lo que se pensaba.

Como sabemos, la historia humana es una sucesión de guerras. Más grandes cuanto más grandes eran los grupos bajo un mismo mando. Podemos distinguir cuatro tipos de guerras:

Guerras locales. Suelen ser entre vecinos: tribus, regiones, naciones, estados. Y las causas en general son las disputas territoriales o los odios y rencillas vecinales por cualquier motivo reciente o histórico: el uso del agua, las ofensas a personas o bienes, el miedo a lo que el otro pueda hacer…  Y las terribles guerras civiles por causas varias.

Guerras de conquista y mantenimiento. Son las desarrolladas por los imperios. En la historia humana han existido ciudades, estados, o naciones que han intentado dominar a otros grupos, estados o naciones y crear y mantener imperios bajo el mando de los conquistadores. Entre otros, recordemos los imperios de Persia, Egipto, Roma, España, Inglaterra. Y los recientes intentos de Napoleón, Hitler, Rusia, Japón…

Grandes guerras. Las dos últimas mundiales. En la segunda se usó la bomba atómica y los líderes del mundo crearon la ONU para intentar que hubiera paz en el mundo.  No consiguieron evitar las guerras locales, pero hasta ahora se ha evitado otra gran guerra mundial.

Guerras vicarias. Son las guerras locales propiciadas por la competencia entre grandes potencias que no participan directamente, pero las alimentan y mantienen por intereses económicos, estratégicos y de ideologías. Por desgracia en estos momentos hay varios ejemplos ya que muchos conflictos actuales son de estas características.

No creo que haya guerras de religión. Pero en muchos casos se utiliza a las religiones como pretexto y motivo para iniciar y mantener guerras cuyos objetivos son los más habituales de dominio sobre personas, territorios y bienes. El problema es que el pretexto suele funcionar muy bien y durante siglos.

Pongo unos cuadros publicados en este artículo con las principales guerras de 2023. No está la de Israel con Hamas.

Según ese artículo hay en el mundo unas 58 guerras activas y las principales afectan a más de 1.100 millones de personas. Y han provocado más de 108.000 víctimas solo en 2023.

Resumen

Las luchas y guerras han sido y son algo normal y natural entre los animales sociales y también en la historia humana. Y hasta ahora han producido grandes daños pero no han evitado que la humanidad prospere demográficamente y en bienestar global. Incluso hay quien dice que las guerras contribuyen al avance de la ciencia y la tecnología y que producen el efecto positivo de la selección de los grupos y culturas más fuertes y con mayores posibilidades de supervivencia.

Pero parece claro que ahora existe el riesgo de guerras con resultado de grandes desastres e incluso de autodestrucción total de la humanidad. Estos riesgos son debidos a la existencia en manos de algunas potencias grandes y medianas de enormes depósitos de armas con alto poder de destrucción.  Y con otras variadas posibilidades de guerras bacteriológicas, financieras, informáticas, de comunicaciones, de las nuevas técnicas de inteligencia artificial y tal vez de otras causas no conocidas por el pueblo.

¿Qué se puede hacer?

Existen muchas voces que piden el fin de las guerras parciales y que alguien haga algo para tratar de evitar la próxima Gran Guerra Mundial. Oficialmente correspondería a la ONU esta tarea, pero estamos viendo que no tiene poder ni para evitar o mitigar las guerras locales.  Y sus intentos seguirán siendo fallidos mientras se siga pensando y actuando grupalmente como los animales.

Es necesario y urgente que los sabios y líderes humanos vean ya que todos y cada uno de nosotros tenemos en nuestra naturaleza de seres vivos el objetivo vital de que nuestra especie/humanidad no se extinga. Dicho de otra manera: tenemos que ser capaces de ver que formamos parte de una única humanidad, es decir que somos humanos antes que chinos, americanos, cristianos, musulmanes, ateos, creyentes, nihilistas, capitalistas, comunistas, judíos, palestinos…

Cada uno debe mirar a su interior y tratar de verse como el ser vivo humano que somos. Y que, como tal, el sentido de nuestra vida es colaborar para que la vida humana que tenemos se transmita y no se extinga. Como decía Bermúdez de Castro en el artículo que cité en el post anterior, parece que cumplimos con este mandato cuidando a nuestros nietos.  Esto sería suficiente en una especie “animal” y que no tuviera tanto riesgo de autoextinción a corto o medio plazo. Y para la mayoría de las personas.

En la situación actual, muchos de nosotros podemos hacer algo más. Y no me refiero ahora a lo que predican los ecologistas, los de la Agenda 2030 y el Papa en su última carta Laudate Deum: contaminar menos, consumo responsable, reciclar…Todo eso está muy bien pero eso son remedios parciales y siempre insuficientes.

Según el Worldometer sigue habiendo más de 800 millones de humanos desnutridos. Y hoy, como cada día, estarán muriendo de hambre unas 25.000 personas, más de la mitad niños. Y mañana lo mismo.  Y nacen cada día más de 100.000 pobres en los países pobres. Países que si no hacemos nada más se seguirán llenando de pobres hasta que revienten Y algunos de estos países tienen más de una docena de bombas atómicas.

El cambio no se hará trabajando con la visión grupal actual, por muy grandes y con buena voluntad que sean estos grupos: naciones, estados, uniones, ideologías, poderes fácticos, religiones, …  

El cambio, por las buenas, se hará cambiando las ideas grupales por la conciencia de pertenecer a una misma humanidad cuya extinción debemos evitar como obligación prioritaria. ¿Haciendo qué? La solución la tienen los que tengan la capacidad para ver estas ideas y actuar en consecuencia. Con los medios y técnicas actuales no es difícil si se tiene voluntad y poder para hacerlo (1).

Tradicionalmente han sido los sabios y líderes quienes han realizado los cambios cuando han visto las nuevas ideas. Y las suelen ver y aplicar cuando el ambiente es propicio y se lo demanda, pacífica o violentamente. Creo que en estos momentos el ambiente las demanda ya con una cierta urgencia y generalidad.   

Por mi parte, y mientras pueda, seguiré intentando difundir estas ideas para tratar de que lleguen a personas más sabias y capaces que las vean y asuman.

En cualquier caso, si el cambio no se hace por las buenas se hará por las malas después de una Tercera Gran Guerra. Si queda alguien para hacerlo.

JOSE CORRAL LOPE

       21-11-23

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