FOOTBALL O FOOLBALL

Quedé con mi amigo Rafa en escribir a medias este documento, pero lamentablemente se ha demorado por causas que nunca deberían haber ocurrido.

En todo caso, aquí está y tenía como punto de referencia el partido de la Champions League entre el Real Madrid y el Chelsea.

Entre cercanos amigos el football es, como decía Marx de la religión, el opio del pueblo. Puede no ser una afirmación muy acertada, o como el panem et circenses cuando los emperadores romanos regalaban trigo o entradas al legendario circo romano como formas de mantener ocupados a los oprimidos y distraer su atención de los cruciales problemas sociales.

Lo cierto es que hay cosas que mantienen, nos mantienen, entretenidos mientras a nuestro alrededor pasan otras que nos deberían escandalizar. Buenas serán si con ello nos alivian de aquellos sufrimientos.

A falta de una medicación adecuada recurrimos a algo que no requiere de receta a pesar de sus contraindicaciones. Que yo prefiero tomarme una pastilla de algo para que el lunes sea mas llevadero que desvivirme porque mi equipo de football gane su partido del fin de semana para poder abordar el lunes con una dosis de autoestima que no me merezco.

Y precisamente el partido del R Madrid-Chelsea, sea uno merengue o blue, fue el motivo de la reflexión porque parecía un exceso de los que deben hacernos que pensar. Sobe todo por aquello del merecimiento, de la suerte y de la celebración de un partido.

Dicho acontecimiento podría ser un buen motivo para hacernos pensar sobre nuestros valores y nuestra concepción del éxito y casi de nuestra propia vida.

¿qué ocurre cuando un equipo que habiendo hecho méritos es descalificado a favor de otro que se vio favorecido por la suerte?. No solo eso, sino que los seguidores de unos y otros fueron también participes de ello y los victoriosos se sintieron en la obligación de dar las gracias a los que les daban la enhorabuena por ello. ¿qué ocurre cuando un profesional o un político, por azares de la vida, o por tácticas marrulleras, llega a un puesto que no se merece?

No siempre todo lo que se hace como mandan los cánones, de acuerdo a la legalidades siempre ético, justo o correcto. Por eso debemos ir mas allá de esa legalidad, de esa norma no escrita que minusvalora el mérito y que hace que el trabajo bien hecho pierda su valor, de esa norma no escrita, o esa “cultura del pelotazo” que hace que la suerte en los acontecimientos, o el atajo torticero, sean los que elijan al vencedor.

Y eso es una “cultura” que se transmite de abajo arriba y de arriba hacia abajo. Con el ejemplo de los padres en la relación diaria con sus hijos, del jefe honesto, justo y cabal con sus trabajadores que predica con el ejemplo y también con los Políticos, con mayúsculas, hombres de Estado, cuando su único fin es el beneficio para la población y a ello dedican sus mejores esfuerzos.

Y es que en este mundo se requiere de mucho esfuerzo y fuerza de voluntad ya no solo para lograr cosas, sino, también para sobrevivir. Y esto lo vemos, especialmente, en las sociedades capitalistas y neoliberales donde la cultura del esfuerzo está creando su máxima expresión. Pero son las que realmente progresan, porque las sociedades que fomentan la vagancia, la subvención facilona y el “todo gratis”, terminan sucumbiendo.

Qué duda cabe que debemos aspirar a que todo el mundo sea más feliz y a que tengamos unos sistemas de protección que nos garanticen siempre unos mínimos, pero este tipo de narrativa, sin ligar al esfuerzo, a la honestidad y, en definitiva, a conseguir una sociedad guiada e impulsada por los méritos de sus individuos, no deja de ser un discurso populista que no ha funcionado en ningún país del mundo. 

Es lógico y justo ser galardonando por los esfuerzos, el desempeño, los talentos, los estudios, etc.; siempre que consigamos una fórmula equitativa para conseguir también que las personas con más talento, que realizan mayores esfuerzos y más creatividad, no culpen al pobre por malos hábitos como la pereza, la flojera, por ser improductivos y, en definitiva, por ser mediocres.

Nosotros no queremos una “cultura” basada en la vagancia o la injusticia. Queremos que el esfuerzo, el trabajo y la honestidad sean las que nos dirijan porque nos llevan a superarnos a nosotros mismos, a ser cada vez mejores, no mejores que los demás, sino mejores que nosotros mismos.

Cuando la regla, la norma, se inclina a favor de la suerte o el oportunismo, y no valora el trabajo constante y bien hecho, se convierte en el opio del pueblo, la salida fácil, cómoda y agradable con la que sentirse despreocupado.

Nosotros queremos una forma de hacer que nos haga sentir el dolor cuando no se está a la altura de las circunstancias y el placer cuando se ha cumplido con las obligaciones. Una norma justa, entiéndase la justicia como aquello que mantiene la armonía, un marco adecuado para las relaciones. Algo que hoy por hoy sigue sin darse en el mundo del football donde siguen generándose muchos enfrentamientos personales.

El profesor Robert H. Frank (Florida) decía que la mayor parte de la gente talentosa, se esfuerza muchísimo para conseguir un éxito moderado. Y añadimos nosotros:  Los que no se esfuerzan no consiguen ningún éxito, pero muchos de ellos exigen como si se lo merecieran.

Rafael Valls

José García

    3-5-22

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