Me comprometí con mi amigo Rafael en compartir opinión sobre la reforma laboral.
Además, me apetece mucho hablar de ello porque este tema me llega bastante dentro, puesto que lo he vivido desde diferentes posiciones. Entre 1.975 / 1981 fui un activo sindicalista, después fui trabajador por cuenta ajena mucho tiempo y en los últimos 15 años de mi vida laboral he sido empresario.
En todo caso, antes de empezar aviso (para no ser traidor) que es un tema poliédrico y que no es solo técnico, pues tiene que ver con situaciones estructurales, con sentimientos, con nuestro modelo de vida y, además, necesariamente largo de abordar, pero como es culpa de Rafa, después os daré su correo para que le “felicitéis las Pascuas”.
A pesar de lo que diré, no quiero dejar de expresar una cierta visión optimista cuando comparo, con la perspectiva que te da el tiempo, la situación de los trabajadores en la década de los 70 con la que hay en la actualidad, y he de reconocer que los avances han sido sustanciales, quizás en exceso, como luego explicaré. Pero hablar de un marco que garantice y promueva el mundo laboral es mucho más que la regulación de las condiciones de trabajo (seguridad, salubridad, cobertura,…), de los horarios, de los descansos,…., es hablar de instalar una serie de palancas que promueven/condicionan/restringen la actividad laboral, que tienen que ser impulsadas por los gobiernos con el concurso de todos los actores.
Y el conjunto de los problemas que nos aquejan y las medidas que se necesitan (a corto, medio y largo plazo), no se desean ver porque derivan de una realidad que escuece mucho y afecta directamente a este Gobierno y a sus predecesores, porque, aspirando a un cómodo y anestésico “estado del bienestar”, se ha generado una situación disfuncional, donde la “sobreprotección mal entendida” provoca al tiempo más parados permanentes, mayor menoscabo a la realización personal de los trabajadores y un sobre coste en la gestión.
Se supone que cualquier reforma laboral tiene que perseguir al mismo tiempo “flexibilidad” para los empresarios en la contratación y despidos para adaptarse a las situaciones competitivas del mercado, al tiempo que debe proporcionar “seguridad” y protección adecuada para los trabajadores con objeto de que nunca se encuentren en desamparo. Y así lo exige la Comisión Europea, que nos está persiguiendo para que lo que se pacte con los agentes sociales sea “consistente” con los objetivos de impulsar la recuperación económica y transformar el sistema productivo español.
Pero, ¿qué pasa cuando las medidas que se toman son puramente estéticas (en los planes grandilocuentes de recuperación, transformación y resiliencia de los que se les llena la boca) o, peor aún, ideológicas (como la perseguida eliminación de los convenios de empresas desde el minuto uno)?. Como diría el Sr. Sánchez: pues eso.
Pues eso es lo que está ocurriendo en nuestro País desde hace tiempo (con alguna excepción de los avances procurados en la Ley de Fátima Báñez). Nuestro mercado laboral es muy, muy rígido y no tiene solución porque no se abordan las cuestiones de fondo ni se tienen en cuenta las singularidades de nuestra economía y nuestra sociedad para poner remedio/mejora a los problemas (que muchos son estructurales). Nadie se atreve a trabajar a fondo porque saben que hay que adoptar soluciones impopulares y, en todo caso, con resultados a largo plazo. Ambas cuestiones son obviamente incompatibles con las luces cortas con las que conducen nuestros políticos.
Hay realidades que son cabezonas en relación a nuestro país y que afectan muy directamente o indirectamente al empleo y sus posibilidades de mejora futura:
- Al menos desde 1976 el paro en España es superior al de los miembros de la UE.
- Somos de los países de la U.E. con mayor número de desempleados de larga duración.
- Tenemos uno de los mayores porcentajes de empleo juvenil.
- A pesar de las mejoras de los últimos años nos movemos entre el último y penúltimo país de la U.E. en productividad.
- España se mantiene como el país con mayor tasa de abandono escolar de la UE pese a la mejora de la última década.
- Nuestra inmovilidad laboral es de las más altas de la U.E.
- Nuestra estructura productiva es muy volátil, muy dependiente del turismo y con poca estructura industrial.
- Nuestra administración no funciona.
- Tenemos un peso del sector público que, sencillamente, asusta.
Cuando todos estos efectos persisten en el tiempo, ¿no se nos ocurre mirarnos el ombligo y analizar las causas que los originan.? Si no solucionamos (o vamos poniendo solución) a nuestros problemas estructurales, todo lo que hagamos serán paños calientes, en el mejor de los casos, pero nunca soluciones o avances significativos.
¿Alguien sensato piensa que NO son problemas estructurales que necesitan de pactos y políticas de largo plazo?
Me pueden decir que todo esto tiene que ver con nuestro modelo productivo, con nuestro enfoque de sociedad y no sé cuántas cosas más, pero lo cierto, es que, si no se tienen en cuenta a la hora de mejorar las cosas, nunca conseguiremos hacer una buena y verdadera reforma laboral.
Pero lo que estamos viendo, no dejan de ser los resultados, habría que analizar un poco los orígenes de los problemas y, para mí, lógicamente, tienen una parte importante en factores endógenos que me gustaría repasar lo más sintéticamente posible.
Si tuviera que dibujar el cuadro de relaciones de los actores más importantes en todo este tinglado, me saldría algo parecido a esto:

En la que hay que tener en cuenta una serie de singularidades de nuestra economía y nuestra forma de ser y actuar (un poco “singular” que nos hace, también en esto, diferentes), y un conjunto de actores, además, cada uno con sus intereses y sus capacidades de respuesta antes las cambiantes situaciones del entorno:
- Nuestra estructura.
- Las “fuerzas sociales” .
- Los gobiernos de turno.
NUESTRA ESTRUCTURA
Somos lo que somos, y en este punto, ni siquiera voy a opinar. Pero si no somos conscientes de lo que somos, difícilmente vamos a ser capaces de hacer un diagnóstico adecuado y de encontrar “las propuestas de mejora adecuadas”.
Y en este sentido, parece poco opinable (porque los datos están ahí) que tenemos:
- Un elevadísimo peso de microempresas en España. El 99,2% de nuestras empresas tienen menos de 50 trabajadores, y el 92% menos de cinco trabajadores, con las consecuencias de fortaleza, inversión, …. Que ello conlleva
- A pesar de las mejoras de los últimos años, unos de los peores datos de productividad en España. Trabajamos muchas horas, pero con una productividad de pena.
- Una de las más bajas tasas de movilidad de los trabajadores, lo cual hace que no se aprovechen, ni en España ni en Europa las ineficiencias entre los mercados.
- Uno de los porcentajes de economía sumergida más alto de Europa.
- Uno de los países con mayor contratación temporal, generada en buena parte porque tenemos las mayores dificultades para el despido.
- Uno de cada 4 trabajadores en activo en España, son funcionarios públicos, también uno de los porcentajes más alto de Europa.
- Una de las tasas de sindicación más bajas de Europa
- Una posición de cuarto/quinto país de la U.E. con mayor deuda pública.
- Uno de los países de la U.E. con menor peso del sector industrial en el PIB
- Una de las administraciones más pesadas, burocráticas e ineficientes de Europa.
- Uno de los costes más altos sobre el sueldo bruto de los trabajadores
Y aquí estamos. Tenemos bastantes cosas buenas, pero ignorar las malas para pretender hacer cosas que se hacen en otros países más ricos o bien pensar que con medidas cosméticas estas debilidades van a pasar desapercibidas es un error que han ido cometiendo nuestros políticos, unos tras otros.
SINDICATOS Y PATRONAL
Nuestras “fuerzas sociales”, Ja.
Como he comentado, no podemos olvidar que el 99,2% de las empresas españolas tiene 50 o menos trabajadores (suelo establecido en el Estatuto de los Trabajadores). Por tanto, cuando pensemos en el “empresario” español, estamos hablando en la inmensa mayoría de las situaciones, en microempresas (familiares las más de los casos), y una representación real de los trabajadores a través de los sindicados de poco más de en 26.000 empresas sobre un total de 3,4 millones, es decir, a un 0,8%.
En segundo lugar, cuando hablamos de los empresarios de las pocas grandes empresas que hay en España (que aglutinan muchos trabajadores), si tenemos en cuenta que la mayoría son empresas bastantes reguladas como bancos, seguros, eléctricas, y todas nuestras cotizadas, sus propietarios son, en su mayoría, altos directivos con una actividad bastante transparente y controlada por el propio mercado, al menos en lo laboral.
Teniendo en cuenta la estructura empresarial española, en mi opinión:
- No hay una representación sectorial de verdad que se adapte a nuestras singularidades.
- No hay una representación sindical adecuada al tamaño de las empresas
- No hay afiliación que otorgue suficiente independencia a las “fuerzas sociales”
Hago estas matizaciones relacionadas con el tamaño de nuestras empresas para cuestionar, en primer lugar, la actividad de los sindicatos españoles, y digo de los sindicatos y no de la función de la representación sindical a la que considero “cuasi sagrada”.
Atrás quedaron personas como Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, o dirigentes de la USO o incluso de la CNT, que tuvieron, todos, un papel crítico en la transición española y sus años posteriores hasta la estabilización política y el despegue económico de España.
En la actualidad, y salvando las lógicas excepciones, que dignamente existen, los sindicatos están repletos de ignorantes, de memos y de vagos que usan y abusan de la supuesta representación social en su propio beneficio. Estas organizaciones se han convertido en prostíbulos de la función sindical que la venden por dinero para no dar un palo al agua, “defendiendo” solo a caras duras y parásitos de la sociedad. Ya en mi etapa empresarial volví a tener relación con ellos (como consecuencia de la impartición de formación subvencionada), y la experiencia fue exactamente la misma que tratar con organizaciones mafiosas, exactamente las mismas.
Es difícil encontrar en nuestro país, organizaciones tan opacas respecto a su actividad y en cuanto a su financiación. ¿Alguien sabe de verdad cómo se financian?, ¿cuántos liberados sindicales de verdad tienen?, ¿reportan a alguien sobre esa supuesta labor de representación e información sindical.?. Si alguien tiene los santos bemoles de averiguarlo, porfa, que nos de una pista, porque tengo la sensación de que la población trabajadora está al albur de los intereses de aquellos que subvencionan a sus “representantes”. Por cierto, como acabamos de tener la ocasión de ver en el infame acuerdo de los transportistas o los sindicatos catalanes manifestándose a favor de la “lengua catalana”.
Casi otro tanto pienso sobre la representación “real” de la parte empresarial. Si bien, y aunque creo que no existe ese descarado nivel de corrupción que desde hace años se instaló en los sindicatos, en las diferentes organizaciones empresariales, cámaras de comercio y otros “representantes” de los microempresarios españoles, veo bastantes “chupopteros” emboscados.
Lo cierto es que aproximadamente el 95% de las empresas españolas son organizaciones que no “usan” a los sindicatos ni a la patronal y sin embargo están obligados y constreñidos por los convenios y otras actuaciones que condicionan su labor.
TRABAJADORES
Ahora creo necesario hablar también un poco de los trabajadores, en cuyo colectivo hay que hacer, necesariamente, una separación en dos grandes grupos:
- Los trabajadores normales, del sector privado, expuestos a las inclemencias del mercado
- Los trabajadores “privilegiados”, es decir, los funcionarios, a los que hay que dedicar un apartado especial en el próximo artículo. Sirva de amenaza.
Me refiero ahora al colectivo del sector privado, que también tiene que recibir lo suyo. Aquí se concentra de una forma importante el otro enemigo invisible español, la economía sumergida, que llegó a superar el 20% del PIB durante la crisis financiera que se inició en 2008 y que tiene mucho que ver con cualquier “reforma laboral” que queramos hacer ya que es un reservorio importante de fraudes laborales no imputables a los empresarios.
Puedo asegurar en este minuto, que, en la agricultura, en la construcción y otras actividades comerciales y más industriales que giran en torno a empresa de pequeño tamaño, es imposible (o muy difícil) encontrar trabajadores que, estando en el paro (o no estándolo), quieran que les des de alta en la Seguridad Social por los días de contratación que necesitas.
Y esto es fruto de esa “cultura” de subvenciones y falsa protección que hemos ido generando en nuestro “estado del bienestar”, unido a una nula persecución de ese fraude por parte de la administración. Yo, hoy no tengo más remedio que tomar algún trabajador a tiempo parcial para ciertas labores agrícolas, pero como no quiere nadie que les comunique el alta en la S.S., si hubiera algún problema, tengo que asumir el riesgo de que la culpa será del empresario.
No quiero comentar el tema de la formación de los trabajadores. Todos entienden la formación como un derecho, ninguno como una obligación, pero lo cierto es que sin ese esfuerzo personal e individual (además de los medios estatales o empresariales), el trabajador se va quedando progresivamente rezagado y se ve obligado a renunciar a mejores opciones laborales, en su sector o en otro distinto, o bien los que le proporciona la movilidad territorial o comunitaria, porque hay que tener en cuenta que, según el Annual Report n Intra-EU Labour Mobility, el mayor porcentaje de personas activas móviles tienen niveles educativos altos y de esa manera aprovechan los desequilibrios de los diferentes mercados.
Hemos ido creando, en este país, que es uno de los reyes de la picaresca (no lo olvidemos), un concepto erróneo del estado del bienestar mediante el “cobro lo más que puedo, trabajando lo menos posible, sin esforzarme en estudiar y sin pagar impuestos”. Eso sí, después, el papá estado me tiene que arreglar todos los problemas.
En este conglomerado que tenemos conformado en nuestro País, tenemos un Estado que tiene, como en los buenos teatros, papeles variopintos, ya que:
- Por un lado, aportan subvenciones a las “fuerzas sociales” eliminando su independencia y convirtiéndolas en brazos de sus intereses.
- Por otro lado, son los patrones de los funcionarios, y los que dictan las normas sobre su contratación, retribución y despidos (¡huy!, eso no, aquí no se despide ni al tato).
- Y con la otra mano, fija y dicta las políticas económicas que afectan a la generación de empleo y a las coberturas de los trabajadores.
Aquí tenemos otro de los problemas estructurales de este País que afecta, prácticamente a todo en nuestras vidas, pero también muy poderosamente a la generación y distribución de empleo. Una administración que no solamente tiene una configuración del siglo pasado, sino que aún tiene reminiscencias del siglo XIX.
En la parte más concreta relacionada con el empleo, muchos tuvimos el gozo de disfrutar el INEM (obviamente puro sarcasmo), que después fue el SEPE y que ahora se transforma en la Agencia Española del Empleo, para que “»deje de estar pensada para los desempleados y esté pensada para la sociedad española en su conjunto, trabajadores, personas y empresas«. También, pues eso.
Es cierto que tanto desempleado requiere ser “administrado”, pero también necesita de políticas activas, de portales ágiles de búsquedas de empleo y de medios (y vocación) de control para eliminar tanto fraude como se está consintiendo.
Confiemos en que el nuevo organismo sea algo más parecido a lo que necesitamos y no esas estructuras mastodónticas ministeriales al estilo franquista a la que nos tienen acostumbrados.
CONCLUSIONES
Las claves para mejorar nuestro marco laboral, lo que de verdad está en juego, deberían girar en torno a:
- La implementación de políticas que incentiven el crecimiento en el tamaño de nuestras empresas).
- La agilización de los trámites burocráticos en el emprendimiento, que son las que generan riqueza y empleo, respetando los derechos básicos del trabajador.
- Una mayor flexibilidad en la contratación y despidos para la empresa que garantice su competitividad y eludiendo la falacia de que eso recorta los derechos de los trabajadores.
- Mantener/incrementar seguridad al trabajador, con políticas activas que le permitan incorporarse al mercado de trabajo y con las mejores condiciones laborales en cada uno de los sectores productivos.
- Incorporar planes de vigilancia contra el fraude de los trabajadores que perjudican al resto de personas no defraudadoras.
- Reforzar más los convenios e empresa y limitar la imposición de los sindicatos que son entes interesados que no representan a nadie (o a pocos).
- El incremento de la formación (la de verdad, no la de figurar), debiendo ser obligatoria en todos los casos y, en especial, para los desempleados
- Implementación políticas estatales que permitan incentivar la movilidad laboral.
- Prever/mantener coberturas de los trabajadores antes situaciones de crisis.
- Incrementar los salarios de los trabajadores, pero vinculándolos a la productividad.
- Conseguir que la administración funcione y consiga incrementar la eficacia de las políticas activas de empleo,
- Rebajar el peso del empleo público y/o al menos, incrementar su modernización y productividad.
- Ir poniendo los medios para independizar a las “fuerzas sociales” y conseguir que se conviertan en verdaderos representantes de los trabajadores.
- Bajar el peso de la seguridad social a cargo de la empresa para facilitar la contratación y hacer más competitiva a las empresas.
Y teniendo en cuenta esto, nos desayunamos con el texto de reforma laboral planteado por el Gobierno y al que ya han dado el visto bueno ya las “fuerzas sociales”. Las novedades afectan a:
Tipos de contratos: Se establece que el contrato de trabajo ordinario será el indefinido y que sólo podrán hacerse dos tipos de contratos temporales: el estructural y el formativo.
Prevalencia del fijo-discontinuo: Se fomenta el contrato fijo discontinuo para la realización de trabajos de naturaleza estacional o actividades de temporada.
Negociación colectiva: El convenio de sector recuperará su prevalencia sobre el convenio de empresa.
Contratas y subcontratas: A las contratas y subcontratas se les aplicará el convenio del sector de la actividad realizada.
Nuevos Erte: denominados Mecanismo RED de Flexibilidad y Estabilización del Empleo (le ha faltado lo de resiliente), contarán con dos modalidades: una cíclica y otra sectorial,
Un paso atrás y un duro golpe a la competitividad. Lo que han hecho no tiene otra finalidad que el de dar más contenido al brazo “social” del gobierno (me ha venido a la cabeza la palabra perros, pero no lo voy a poner) para seguir manejando las calles. Hay por tanto un absoluto trasfondo político/mediático y ningún interés en arreglar/mejorar de verdad alguna cosa. Más bien al contrario. Si pierden los sindicatos fuerza en la negociación colectiva, ¿qué les queda para no extinguirse.?
Bendito sea Dios.
José García Cortés
25-12-21
… y alabado siempre, jeje.
Un abrazo.
*De:* Políticamente Incorrecto *Enviado el:* sábado, 25 de diciembre de 2021 19:12 *Para:* luismiguel@pfsgroup.es *Asunto:* [New post] LA REFORMA LABORAL EN ESPAÑA
josehuntergarcia posted: » Me comprometí con mi amigo Rafael en compartir opinión sobre la reforma laboral. Además, me apetece mucho hablar de ello porque este tema me llega bastante dentro, puesto que lo he vivido desde diferentes posiciones. Entre 1.975 / 1981 fui un activo s»
Me gustaMe gusta
Feliz navidad y todo eso. Tras la visión rápida de tu breve nota sobre el asunto laboral, te diré que me doy cuenta de cuanta falta hace cambiar muchas cosas – mentalidad de sindicatos/trabajadores, visión de la administración para no sacarle la sangre a las empresas, honestidad y rigor en las cuentas d3 empresarios, sentimiento de responsabilidad de los trabajadores y ser correspondida su iniciativa y esfuerzo….- . Pero, sobre todo, creo necesario un cambio radical de mentalidad, de todas las partes. El Gobierno, trabaja habitualmente con un horizonte temporal de medio plazo ( en estos asuntos). En fin que lo leeré con más detalle para enterarme de algo. Un abrazo muy fuerte para ambos
Raül Ramos de la Plaza Enviado desde mi iPad
Me gustaMe gusta
Gracias Pepe por darnos una visión tan clara y objetiva de todo esto. Es un asunto complejo, poliédrico como tu dices, que solo personas como tu, con tu experiencia y capacidad, pueden ilustrar de esta manera.
Gran artículo, no había leído algo tan completo como esto que tu escribes.
Has sentado una base para que los demás expresemos nuestras opiniones, más o menos fundamentadas.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta