LA AUTORIDAD

Aún recuerdo mis tiempos de la infancia y de la juventud en la que había bastante respeto por la autoridad, hacia los padres, hacia los mayores en general, profesores, policía, guardia civil, y un largo etcétera.

También es cierto que no tengo una añoranza completa, porque me parece a mí que había algo de abuso por parte de las “autoridades” (en casa, en el colegio, los agentes de la autoridad,..) de los que podías recibir un sopapo (o algo más) en menos de lo que canta un gallo.

Entrada la democracia en nuestro país, se fue generando la sensación de que los “excesos de autoridad” desaparecieron, entre otras cosas porque la sociedad se fue abriendo y el relevo generacional, producido tanto en la educación como en los agentes de la ley, contribuyeron a “equilibrar” la situación y, durante un tiempo, existió realmente la auctoritas del derecho romano, es decir, una cierta legitimación socialmente reconocida.

Pero en algún lugar del camino nos hemos debido perder. Hoy en día, ahora que yo pertenezco al grupo de los mayores, no me atrevo a reprender a los jovencitos cuando se comportan mal, porque me pueden soltar una fresca (o algo peor) de agárrate y no te menees.

En 2021, según denuncia el Sindicato Unificado de la Policía, se han producido 6.303 ataques entre enero y agosto a la policía nacional, lo cual suponen 26 delitos al día contra agentes. Y este sentimiento de desprotección no es exclusivo de policía nacional, sino que esa percepción se extiende al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y recriminan al Gobierno que no condene con fuerza las agresiones a los policías, demandando un apoyo explícito del ministro del interior.

Tiene narices (por no traer a colación de nuevo la frase de Federico Trillo) que este colectivo, que se juega literalmente la vida cada día por nuestra seguridad, tenga cuestionado su trabajo por parte de la ciudadanía, lo cual dificulta sus intervenciones y desmotiva a los cuerpos de seguridad. El principio de autoridad, tan necesario para mantener la paz social, está cada vez más comprometido y cada día es mayor la sensación de impunidad que en muchas ocasiones se traslucen en este tipo de agresiones.

Y si miramos al colectivo de los docentes, en el último curso completo presencial, se contabilizaron 39.675 agresiones físicas y verbales a los docentes de siete autonomías. Y no se conocen más porque en el resto, y en el Ministerio de Educación, carecen de datos que midan la evolución de la violencia en las aulas españolas, pero solo hay que escuchar a los profesionales que ejercen esta labor cada día para percibir el deterioro que están sufriendo sus relaciones con los alumnos y con sus padres (que en ocasiones es, incluso, peor).

Y si miramos hacia otro sector, cada día se producen dos agresiones a profesionales sanitarios en España, según datos del Ministerio de Interior, sin tener en cuenta las agresiones verbales y exigencias desmedidas que sufren nuestros profesionales a diario.

Y así podríamos seguir largo y tendido, pero claro, si La palabra autoridad que viene del latín y que significa aumentar, promover, hacer progresar, y si resulta que estos que se denominan “progresistas”, como la presidenta del Congreso de los Diputados (tercera figura relevante en el País), Meritxell Batet, cuestiona el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Supremo respecto a la retirada del escaño al diputado Alberto Rodríguez, qué ejemplo están transmitiendo a la ciudadanía.

Obviamente, estos gobernantes que tenemos, que mienten, que incumplen los pactos, que no gestionan para su pueblo sino para sus propios intereses, no ostentan la capacidad moral necesaria ni la voluntad de modificar lo suficiente para conseguir recuperar la «autoridad» que hemos, y seguimos, perdiendo en todos los estratos de nuestra sociedad.

Creo que debería ser un motivo de reflexión para las autoridades y “autoridadas” (última perla de Yolanda Díaz), porque es muy peligroso para nuestra sociedad lo que está ocurriendo y hay cosas que no se recuperan después fácilmente. Es como la vergüenza, que una vez que se ha perdido es muy difícil recuperarla y, ellos no la tienen.

José García Cortés

      26-10-21

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