La tibieza y la templanza en los gobernantes deberían ser buenas consejeras en todo momento. Siempre parece ser una buena cualidad a ostentar por parte de nuestros políticos, excepto, en aquellos casos en los que la claridad y la contundencia deben aparecer en aras a una mejor convivencia.
No hemos tenido un homenaje “explícito” al perro asesino etarra, Parot, pero hemos tenido actos similares y nuevos enfrentamientos fruto del odio que se siembra permanentemente hacia todo lo que sea español.
Opinaba en mi anterior artículo que el PNV era bastante culpables porque fueron muy “transigentes”, si no colaboradores, en los inicios de ETA y no fue hasta los pactos de Ajuria Enea en que no se suman claramente al resto de fuerzas políticas democráticas vascas y se ponen de acuerdo en señalar al terrorismo como la principal lacra de la sociedad.
A mi entender creo que era honesta la posición de Ardanza, entonces al frente del Gobierno Vasco, en el giro que realizaron respecto a la política sobre ETA, pero no tanto motivado por un convencimiento propio como por el entendimiento del clamor de la sociedad vasca de la época, harta de tanta violencia, de miedo, de silencios malsanos y el temor de ser marginados por la sociedad.
No tengo ninguna duda de que, en el final de ETA, la eficacia de nuestras fuerzas armadas y nuestros servicios de inteligencia fueron determinantes, pero no perdamos de vista un tema crucial y silencioso como fue el progresivo abandono de la sociedad vasca a todo lo relacionado con la violencia.
Después de los años más violentos en el País Vasco, la sociedad civil, tras su rebelión, dejó de ser activa, lo que ha permitido que el PNV volviera a su tibieza con respecto a la violencia que ha ido creando la rama política de los sucesores etarras, Bildu. Porque en el fondo están favoreciendo sus intereses nacionalistas.
Bildu es la “pus” de la sociedad española, y digo española y no solo vasca, porque son un agente irritante que inflama y estropea la convivencia. Aunque he de reconocer que tanto estos personajes, como los independentistas catalanes, lo único que tienen bueno es que nunca se contradicen, vienen de cara, dicen exactamente lo que piensan y lo llevan a término…. Si se les deja.
Pero lo cierto es que, gobernando PNV, no cumple con su obligación de evitar violencia en su territorio, y está permitiendo que vuelva a asentarse un ambiente malsano, una perversa “espiral del silencio”, a no expresarse abiertamente contra las acciones de violencia, cumpliéndose así una de las principales aspiraciones de Bildu, infundir el temor en la población, de manera que el que se manifieste públicamente contra ella perciba que tiene un riesgo. Lo mismo que hacía ETA con sus armas y su goma 2.
Cuando un árbol enferma, hay que tratarlo inmediatamente porque de lo contrario lo perderemos. Igual que en nuestro propio cuerpo, que cuando hay una infección y no se trata, se expandirá hasta acabar con nuestra vida.
Y PNV, como un perfecto mercader, en un alarde de malabarismo, con una mano permite que se desarrolle “el síndrome del País Vasco”, y con la otra, acumula privilegios para su autogobierno con el que mantener anestesiados a sus votantes.
De nuevo el PNV, en la figura de su vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, se ha mostrado “tibio y templado” ante las marchas organizadas por la parte política de los terroristas y ha vuelto a mentir a la sociedad afirmado que la Ertzaintza adopta «las medidas necesarias» para evitar «enfrentamientos.
Obviamente hablo del PNV como responsable en primera instancia de lo que está sucediendo en al País Vasco y el caldo de cultivo que se está generando, pero claro, todo esto no sería posible si el innombrable de nuestro Presidente quisiera impedirlo.
Una prostituta vende su cuerpo por beneficios, y, aunque no lo justifico en absoluto, me parece bastante honesto, porque en el fondo es lo “suyo” lo que vende, pero nuestro Presidente, también por sus beneficios, y casi en un ejercicio cercano a la receptación, vende lo que es de todos los españoles.
Lo cierto es que un puñado de votos en el País Vasco, que suponen un porcentaje que no llega al 14% del censo vasco y que suponen el 1% del total de votantes a nivel nacional (0,67% sobre el censo, según datos de las últimas elecciones), reinventa el relato de la sociedad vasca blanqueando las acciones de ETA y vuelve a generar un ambiente irrespirable en Euskadi.
Dicho con las propias palabras de Sr. Ardanza en Ajuria Enea: «El conflicto que está en la base de la violencia no consiste en un contencioso no resuelto entre el pueblo vasco y el Estado español, sino en que una minoría de vascos se niega a aceptar la voluntad de la mayoría y emplea para imponer la suya el instrumento de la lucha armada».
José García Cortés
19-9-21